El proceso venezolano, que ellos llaman bolivariano, es sistemáticamente satanizado no sólo por los medios burgueses sino desde sectores de un pretendido progresismo, más centrados en la figura de Chávez que interesados en profundizar en lo que representa de transformación social para las grandes masas, relegadas y oprimidas desde la independencia de la metrópoli española a mayor gloria de la élite política, económica y… blanca. El mundo está lleno de situaciones en las que hay liderazgos cuestionables –no es el caso de Chávez, sistemáticamente elegido, reelegido y apoyado por una amplia mayoría del pueblo venezolano- y la gran potencia imperialista y sus acólitos no se molestan como lo hacen tonel presidente venezolano. ¿Qué pasa entonces? Pues que lo que hay en Venezuela es, ni más ni menos, que una dura expresión de la lucha de clases donde la correlación de fuerzas si, por ahora, no es abiertamente favorable al pueblo sí existe al menos un claro equilibrio con la oligarquía. Y es una lucha que trasciende al propio país, tal y como lo han entendido los capitalistas de todas las partes del mundo y, de forma especial, los formadores de opinión, esos que escriben y opinan en base a prejuicios y estereotipos impregnados, en no pocas ocasiones, de un claro concepto de clase y con una base neocolonial.
Nadie se plantea si el proceso venezolano está dando la vuelta al sistema económico mundial, si su triunfo cuestiona la globalización neoliberal y si –como consideran destacados analistas estadounidenses de la talla de Alexander Cockburn, editor de la página alternativa Counterpunch, por ejemplo- está ayudando como nadie a socavar la hegemonía mundial de EEUU. Un ejemplo se ha tenido estos días pasados en la reunión que la OPEP celebró en Riad (capital de Arabia Saudí). La sola sugerencia venezolana de que el cártel petrolífero comenzase a estudiar si el dólar debía ser la moneda de transacción comercial ante su cada vez mayor debilidad desató todas las alarmas.
Y es que desde que desde la llegada de Chávez a la presidencia, allá por 1998, la OPEP se ha convertido en uno de los grandes ejes de la política exterior de Venezuela. En primer lugar, revitalizando una organización en decadencia y normalizando la producción conjunta para controlar el precio del barril de petróleo. Para EEUU y occidente en general, el precio considerado correcto del barril es de 30 dólares, sin tener en cuenta que los costes de extracción son diferentes en los países: desde el más barato en Arabia Saudí hasta el más caro en Irán. Venezuela está entre medias de ambos, pero consideró que un precio justo para equilibrar a unos y otros se situaría sobre los 50 dólares. En segundo lugar, lanzando una batalla interna dentro de la OPEP para democratizar el Fondo de Desarrollo y Cooperación (con un montante de 40.000 millones de dólares) y que la gestión de ese fondo no dependiese en exclusiva de Arabia Saudí, que sistemáticamente ponía en manos de empresas estadounidenses y europeas la gestión de dicho fondo. Venezuela ganó esta batalla y ahora ya no son sólo las empresas occidentales las que lo gestionan, sino de los propios países de la OPEP y otros no occidentales ajenos al cártel petrolífero. Y uno de los proyectos estrella de esta nueva forma de gestión es que ahora se hace hincapié en cuestiones sociales que afectan a los países de la OPEP, como evitar la desertificación de la cuenca del río Níger. Gestos como éste han hecho que Venezuela haya sido aceptado como país observador en la Organización para la Unidad Africana.
Pero hay más. Venezuela está dando la vuelta al sistema tradicional de intercambio comercial al poner en marcha instituciones como Petrocaribe o fomentar el trueque entre estados. Como dicen analistas latinoamericanos, de no haberse creado Petrocaribe las 16 naciones que lo forman -pobres, carentes de infraestructura y dependientes de la ayuda internacional- enfrentarían hoy, con excepción de Venezuela y Cuba, un futuro trágico y sin salida ante los astronómicos precios del petróleo y sus derivados, unido al encarecimiento mundial de los alimentos a consecuencia de la producción de agrocombustibles. Es más, el ahorro de la factura petrolera para estos países supone ya 450 millones de dólares al haberse liberado de los intermediarios y especuladores que intervienen en el mercado del petróleo.
Con el trueque (petróleo por médicos cubanos, por carne y barcos argentinos, por leche y queso uruguayo, etc.) Venezuela ha puesto en marcha un intercambio directo de mercancías que rompe las normas de la Organización Mundial del Comercio y otorga a los países más débiles un mayor papel a la hora de negociar sus productos y materias primas. Con las reglas de mercado, los países pobres, productores de materias primas, ven siempre sus exportaciones sujetas a las fluctuaciones de unos precios que se establecen no tanto en función de la demanda como de los intereses políticos de las grandes corporaciones político-financieras. Sólo así hay que entender la reciente rebelión de los países del sur en las negociaciones que se mantienen en la OMC sobre cuestiones agrícolas, demandando a los países desarrollados menos exigencias y un trato justo no sólo en los precios, sino por los perjuicios que les ocasionan las subvenciones que, como es el caso de EEUU, otorgan a determinados productos de su producción agrícola mientras abogan por una absoluta libertad de mercado con el resto.
Por si todo esto fuese poco, Venezuela ha logrado que el Fondo Monetario Internacional esté a punto de pasar a la historia si se consolida la constitución del Banco del Sur. La reorientación que se anuncia en el FMI, así como su disposición a no imponer créditos a cambio de ajustes estructurales sino a ser más flexible con los estados no habría sido posible sin Venezuela, convertido en un importante financiador alternativo y muchísimo menos oneroso que el FMI o el BM. El éxito económico de Argentina se debe, en gran parte, a la ayuda económica ofrecida por Venezuela, lo que permitió al gobierno de Kirchner realizar una política al margen de las recomendaciones del FMI.
El giro a la izquierda, más o menos radical, que se está produciendo en América Latina tras el ejemplo venezolano es consecuencia del fracaso de una macroeconomía impuesta por el neoliberalismo que ha incrementado enormemente la desigualdad y la pobreza en la gran mayoría de la población mientras una minoría, la de siempre, se ha enriquecido aún más. El hecho de que ahora se lancen ciertas iniciativas sociales, como la de la reciente Cumbre Iberoamericana, se debe a todo lo anterior. Sin el “mal ejemplo” que da Venezuela ni el gobierno español ni otros latinoamericanos alabados por los medios de formación de masas habrían dado pasos en ese sentido.
Ahora sólo falta que estos gobiernos combatan el “mal ejemplo” venezolano instaurando la jornada laboral de 6 horas diarias; instauren la propiedad social junto a la pública y a la privada; establezcan la posibilidad de que los cargos públicos puedan ser evaluados por medio de un referéndum popular a mediados de su gestión, y revocados si es la voluntad popular; pongan en marcha los consejos comunales, y hagan que los vecinos de cualquier municipio puedan formular, ejecutar y evaluar las políticas públicas adoptadas por la comunidad al margen, o con el apoyo, de las alcaldías. Algunas de estas cuestiones están recogidas en la propuesta de reforma constitucional que se votará el próximo 2 de diciembre. Si es aprobada, se reforzará la perspectiva de una democratización política y social de largo alcance, especialmente en política exterior.
Y eso es lo que molesta a los gurús de la globalización, incluidas las empresas españolas tan ardientemente defendidas estos últimos días. Cuando estos empresarios tan supuestamente democráticos hablan de “inseguridad jurídica” en algunos países, y citan siempre a Venezuela, Bolivia y Ecuador, lo hacen desde un planteamiento neocolonial, criticando la aprobación de leyes en esos países mediante las cuales esos pueblos recuperan el control sobre sus riquezas energéticas. Los cambios propuestos en la reforma constitucional reafirman la recuperación de las riquezas del país, aunque se critique con escasa desde sectores de la izquierda venezolana, y abren al mismo tiempo la participación popular en términos desconocidos en gran parte del mundo, incluida Europa.
En Venezuela no se está efectuando un ataque contra el capitalismo como tal, pero sí se está construyendo una alternativa al mismo, en el sentido de crear una sociedad en la que la meta explícita no es el crecimiento del capital o de los medios materiales de producción sino del crecimiento del desarrollo humano. Mientras el proceso bolivariano no comenzó a construir esa alternativa no se produjeron deserciones significativas entre los representantes del ala derecha de ese proceso. Ahora sí, porque se profundiza la lucha de clases y cada uno se pone en su lugar. Petras lo ha dicho de forma muy acertada: “La coalición opositora de ricos y privilegiados teme las reformas constitucionales porque con éstas deberá otorgar un porcentaje mayor de sus beneficios a la clase obrera, perderá su monopolio de las transacciones del mercado -que pasarán a manos de compañías públicas- y el poder político del que ahora goza se desplazará hacia concejos comunitarios locales y hacia el poder ejecutivo. Mientras que los medios derechistas y liberales de Venezuela, Europa y USA han inventado acusaciones chocantes contra las reformas “autoritarias”, lo cierto es que las enmiendas proponen una democracia social más amplia y profunda”. Ese es el mal ejemplo que da Venezuela, el mal ejemplo de la buena izquierda.
lunes, 26 de noviembre de 2007
miércoles, 21 de noviembre de 2007
América Latina no se calla
Lo ocurrido en la recién finalizada Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile testimonia que los tiempos han cambiado en América Latina. Después de siglos de crímenes y saqueo, imponiendo a sangre y fuego un orden favorable a intereses ajenos a la región, se pretendía, una vez más, argüir que la situación de pobreza, exclusión y marginalidad, en que se hallan sumidas las mayorías del continente no es responsabilidad de las antiguas metrópolis coloniales ni de la continuidad de esa dominación por las transnacionales europeas y norteamericanas.
La sublevación de verdades, desatada en las voces de líderes emergidos en procesos de refundación nacional, hizo perder el control a los representantes de una mentalidad colonial, más irritados por un discurso que reivindica la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos, que por las alusiones a un gobernante europeo de triste recuerdo. No nos engañemos, son los intereses mezquinos de los banqueros y accionistas que representan y no el honor de los españoles, los que conducen al líder de un partido “socialista y obrero” y a un monarca no electo a compartir la defensa del criminal de guerra José María Aznar.
Las voces de los indios, de los oprimidos, de los olvidados, han entrado definitiva y crecientemente en el escenario político iberoamericano, y ni monarcas ni neoliberales disfrazados de izquierdistas las harán callar.
Es hora de que lo entiendan para siempre quienes pretenden frenar los cambios imprescindibles en América Latina, proclamamos nuestra solidaridad con quienes los impulsan y los defienden.
Firmas iniciales:
Alfonso Sastre, España; Ignacio Ramonet, España/Francia; Pablo González Casanova, México; Michel Collon, Bélgica; Pacual Serrano, España; Atilio A Borón, Argentina; Fernando Rendón, Colombia; Andrés Izarra, Venezuela; Manuel Cabieses, Chile; Belén Gopegui, España; Rafael Cancel Miranda, Puerto Rico; Roberto FernándezRetamar, Cuba; Héctor Díaz Polanco, Rep. Dominicana; Danny Rivera, Puerto Rico; Constantino Bértolo, España; Pablo Guayasamín, Ecuador; Marcos RoitmanRosenmann, Chile; Alfredo Vera, Ecuador; Carlo Frabetti, Italia/España; James Cockcroft, EEUU; Salim Lamrani, Francia; John Saxe Fernández, México; Hildebrando Pérez, Perú; Vicente Romano, España; Francisco "Pancho" Villa, Chile; Manuel Talens, España; Kintto Lucas, Ecuador/Uruguay; Irene Amador, Colombia/España; Víctor Flores Olea, México; Stefania Mosca, Venezuela; PepeViñoles, Uruguay/Suecia; Fernando Buen Abad, México; Ramón Chao, España; Fernando Meza Urquizo, Perú; Montserrat Ponsa, España; Agustín Contreras, Colombia; Víctor Ego Ducrot, Argentina; Higinio Polo, España; Hernando Calvo Ospina, Colombia/Francia; Miguel Riera Montesinos, España; Ángel Guerra Cabrera, Cuba; Néstor Kohan, Argentina; Victor de la Fuente, Chile; Virginio Salerno, Colombia; Mauricio Canto, Chile; El Paskin; Javier Torres, México; Santiago Alba Rico, España.
Para supcribirse: nosecalla@gmail.com
La sublevación de verdades, desatada en las voces de líderes emergidos en procesos de refundación nacional, hizo perder el control a los representantes de una mentalidad colonial, más irritados por un discurso que reivindica la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos, que por las alusiones a un gobernante europeo de triste recuerdo. No nos engañemos, son los intereses mezquinos de los banqueros y accionistas que representan y no el honor de los españoles, los que conducen al líder de un partido “socialista y obrero” y a un monarca no electo a compartir la defensa del criminal de guerra José María Aznar.
Las voces de los indios, de los oprimidos, de los olvidados, han entrado definitiva y crecientemente en el escenario político iberoamericano, y ni monarcas ni neoliberales disfrazados de izquierdistas las harán callar.
Es hora de que lo entiendan para siempre quienes pretenden frenar los cambios imprescindibles en América Latina, proclamamos nuestra solidaridad con quienes los impulsan y los defienden.
Firmas iniciales:
Alfonso Sastre, España; Ignacio Ramonet, España/Francia; Pablo González Casanova, México; Michel Collon, Bélgica; Pacual Serrano, España; Atilio A Borón, Argentina; Fernando Rendón, Colombia; Andrés Izarra, Venezuela; Manuel Cabieses, Chile; Belén Gopegui, España; Rafael Cancel Miranda, Puerto Rico; Roberto FernándezRetamar, Cuba; Héctor Díaz Polanco, Rep. Dominicana; Danny Rivera, Puerto Rico; Constantino Bértolo, España; Pablo Guayasamín, Ecuador; Marcos RoitmanRosenmann, Chile; Alfredo Vera, Ecuador; Carlo Frabetti, Italia/España; James Cockcroft, EEUU; Salim Lamrani, Francia; John Saxe Fernández, México; Hildebrando Pérez, Perú; Vicente Romano, España; Francisco "Pancho" Villa, Chile; Manuel Talens, España; Kintto Lucas, Ecuador/Uruguay; Irene Amador, Colombia/España; Víctor Flores Olea, México; Stefania Mosca, Venezuela; PepeViñoles, Uruguay/Suecia; Fernando Buen Abad, México; Ramón Chao, España; Fernando Meza Urquizo, Perú; Montserrat Ponsa, España; Agustín Contreras, Colombia; Víctor Ego Ducrot, Argentina; Higinio Polo, España; Hernando Calvo Ospina, Colombia/Francia; Miguel Riera Montesinos, España; Ángel Guerra Cabrera, Cuba; Néstor Kohan, Argentina; Victor de la Fuente, Chile; Virginio Salerno, Colombia; Mauricio Canto, Chile; El Paskin; Javier Torres, México; Santiago Alba Rico, España.
Para supcribirse: nosecalla@gmail.com
sábado, 17 de noviembre de 2007
Libertad para los cubanos prisioneros del Imperio

La detención de René González, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González, tuvo lugar el 12 de septiembre de 1998, en Miami. Trasladados al Cuartel General del FBI, se les sometió a un interrogatorio ininterrumpido durante seis horas.
Ese mismo día fueron remitidos al Centro Federal de Detención de Miami (FDC), ubicándolos en las celdas denominadas "solitarias", sin tener contacto con persona alguna por espacio de 17 días.
Este era tan solo el prólogo del confinamiento.
El 29 de septiembre del propio año se les trasladó a la Unidad de Albergamiento Especial donde permanecieron hasta el 3 de febrero del 2000. Este lugar, por sus pésimas condiciones es conocido por "el hueco", donde la persona no puede desplazarse a parte alguna si no está esposado en la espalda y acompañado de dos guardias.
Los cinco acusados durante su estancia en este lugar tuvieron dificultades serias para trabajar con sus abogados en lo más elemental relacionado con su defensa, dado que solo podían comunicarse con sus respectivos abogados a través de un separador plástico.
Hasta marzo de 1999 permanecieron en solitaria y se les impidió ver televisión, escuchar radio y leer la prensa. A partir de esta fecha y hasta el 3 de febrero del 2000, estuvieron en parejas rotativas en "el hueco" y uno en solitaria.
Pese a la tenacidad con que sus abogados defensores lucharon contra estas medidas arbitrarias, nada pudieron conseguir, hasta que transcurridos esos diecisiete meses de tratamiento cruel e inhumano se logró que fueran reintegrados al sistema carcelario regular.
Pero como señalara el Presidente del Parlamento cubano, Dr. Ricardo Alarcón, "... Haberlo logrado no reduce en nada la injustificable atrocidad cometida con ellos que era, además, una violación de las propias regulaciones penitenciarias norteamericanas, las cuales establecen el confinamiento solo como un castigo por infracciones cometidas en la prisión". Por demás, esos castigos, según las mismas normas carcelarias más extendidas en Estados Unidos, no deben pasar de 60 días aplicable en los casos graves de desórdenes y asesinatos cometidos en la misma prisión.
Durante esos 17 meses, las aludidas dificultades de comunicación, no solo con sus familiares, sino incluso con sus abogados, afectaron las garantías mínimas del debido proceso.
Sin embargo, cuando ya el juicio estaba en pleno desarrollo, el 26 de junio fueron conducidos nuevamente al "hueco", donde permanecieron en esa segunda ocasión hasta el 13 de agosto, es decir, 48 días más.
Resulta evidente que el confinamiento inicial, de diecisiete meses, intentaba afectar el ejercicio de una defensa coherente y eficaz, en tanto que el nuevo aislamiento que se produjo y que tuvo como único pretexto que los cinco procesados habían dirigido a la opinión pública norteamericana una carta explicativa de sus conductas, en el fondo perseguía el mezquino propósito de evitar a toda costa su preparación para la única oportunidad que tendrían de hablar directamente ante el Tribunal, en el momento de hacer sus alegatos personales en la Vista de Sentencia.
Cuando tras nuevas luchas de sus defensores fueron devueltos a sus celdas habituales, todavía se les establecieron formas menores de incomunicación, como mantenerlos despojados de sus radios, de buena parte de sus pertenencias personales, incluso, íntimas como fotos de sus familiares queridos, y sobre todo de posibles instrumentos para escribir. Apenas dispusieron de un pedazo de lápiz y algunos pocos papeles.
Historia de Argentina
Radicalismo 1916 - 1930
Se puede nombrar polÃticamente como perÃodo radical, con las dos presidencias de Irigoyen, la "semana trágica", época de adelantos en obras y cultura y también de conflictos sociales.
Conservadorismo 1930 - 1943
Se suceden los gobiernos de tendencia conservadora, que mantienen un paÃs con reservas, pero gran recesión, desocupación y disminución de ingresos de los trabajadores. En el plano polÃtico, gobiernos de tipo totalitario, recurrieron a intervenciones, censuras y fraude electoral.
El Gobierno de Perón 1943 - 1955
Es el perÃodo de formación y gobierno del Movimiento Peronista. En esta etapa de la Argentina, se lleva adelante un proceso de industrialización de productos que pudieran competir a nivel internacional, y no sólo limitarse a la exportación de materias primas. Perón pone en marcha los Planes Quinquenales para el logro de aumentar la industrialización y el producto bruto interno.
Se incentivó el deporte, el cine, y en este perÃodo, la masa obrera obtuvo importantes logros en el reconocimiento de derechos del trabajador.
Inestabilidad PolÃtica 1955 - 1976
Con la caÃda del gobierno peronista en 1955, por parte de la "Revolución Libertadora", comenzaron a sucederse gobiernos militares que derrocaban a las presidencias elegidas por voto popular, asà derrocaron a Frondizi (1962), a Arturo Illia (1966), y a los gobiernos peronistas de Perón, Cámpora, Lastiri y MarÃa Estela MartÃnez, que terminaron en el golpe militar del 24 de marzo de 1976, en que empezó la noche oscura para el paÃs.
Gobierno Militar 1976 - 1983
En este perÃodo, el paÃs vivió "El Proceso de Reorganización Nacional", etapa de luto y duelo para muchos argentinos que sufrieron persecuciones, desaparición de familiares y amigos, desaparición y venta de bebés hijos de desaparecidos, secuestros, torturas y todo tipo de violaciones de los Derechos Humanos.
Fue la época del "Mundial ' 78" y de la Guerra de las Malvinas.
En la actualidad las organizaciones de Derechos Humanos, las Madres de Plaza de Mayo, y otros organismos nacionales e internacionales continúan sus acciones para que "nunca más" se repitan estas aberraciones, y para lograr luz sobre los hechos sucedidos en estos años.
Recuperación de la Democracia 1983 - 2000
A partir de 1983, la ciudadanÃa argentina vuelve a votar a sus representantes, y recupera la democracia, que comienza con el gobierno del presidente electo en elecciones populares, Raúl AlfonsÃn (1983-1989), continúa con las dos presidencias de Carlos Saúl Menem (1989-1995 y 1995-1999), y a partir de 1999, nuevamente se realizaron elecciones democráticas y asumió la presidencia de la Nación Fernando de la Rúa. Poco duró su gobierno, que dio muestras de poca resolución en los graves problemas que aquejaban al paÃs.
En 2003 resultó electo Néstor Kirchner como presidente
Se puede nombrar polÃticamente como perÃodo radical, con las dos presidencias de Irigoyen, la "semana trágica", época de adelantos en obras y cultura y también de conflictos sociales.
Conservadorismo 1930 - 1943
Se suceden los gobiernos de tendencia conservadora, que mantienen un paÃs con reservas, pero gran recesión, desocupación y disminución de ingresos de los trabajadores. En el plano polÃtico, gobiernos de tipo totalitario, recurrieron a intervenciones, censuras y fraude electoral.
El Gobierno de Perón 1943 - 1955
Es el perÃodo de formación y gobierno del Movimiento Peronista. En esta etapa de la Argentina, se lleva adelante un proceso de industrialización de productos que pudieran competir a nivel internacional, y no sólo limitarse a la exportación de materias primas. Perón pone en marcha los Planes Quinquenales para el logro de aumentar la industrialización y el producto bruto interno.
Se incentivó el deporte, el cine, y en este perÃodo, la masa obrera obtuvo importantes logros en el reconocimiento de derechos del trabajador.
Inestabilidad PolÃtica 1955 - 1976
Con la caÃda del gobierno peronista en 1955, por parte de la "Revolución Libertadora", comenzaron a sucederse gobiernos militares que derrocaban a las presidencias elegidas por voto popular, asà derrocaron a Frondizi (1962), a Arturo Illia (1966), y a los gobiernos peronistas de Perón, Cámpora, Lastiri y MarÃa Estela MartÃnez, que terminaron en el golpe militar del 24 de marzo de 1976, en que empezó la noche oscura para el paÃs.
Gobierno Militar 1976 - 1983
En este perÃodo, el paÃs vivió "El Proceso de Reorganización Nacional", etapa de luto y duelo para muchos argentinos que sufrieron persecuciones, desaparición de familiares y amigos, desaparición y venta de bebés hijos de desaparecidos, secuestros, torturas y todo tipo de violaciones de los Derechos Humanos.
Fue la época del "Mundial ' 78" y de la Guerra de las Malvinas.
En la actualidad las organizaciones de Derechos Humanos, las Madres de Plaza de Mayo, y otros organismos nacionales e internacionales continúan sus acciones para que "nunca más" se repitan estas aberraciones, y para lograr luz sobre los hechos sucedidos en estos años.
Recuperación de la Democracia 1983 - 2000
A partir de 1983, la ciudadanÃa argentina vuelve a votar a sus representantes, y recupera la democracia, que comienza con el gobierno del presidente electo en elecciones populares, Raúl AlfonsÃn (1983-1989), continúa con las dos presidencias de Carlos Saúl Menem (1989-1995 y 1995-1999), y a partir de 1999, nuevamente se realizaron elecciones democráticas y asumió la presidencia de la Nación Fernando de la Rúa. Poco duró su gobierno, que dio muestras de poca resolución en los graves problemas que aquejaban al paÃs.
En 2003 resultó electo Néstor Kirchner como presidente
Historia de Belice
Los primeros habitantes de Belice fueron los Mayas, cuya presencia sobre el territorio desde la primera mitad del primer milenio es testimoniada por los vestigios arqueológicos. Belice hacía parte de un imperio que se extendía a otros territorios de América Central, en particular los de Guatemala, Hondura y México actuales.
Los colonos españoles, decepcionados por la ausencia de minerales en Belice, rápidamente descuidaron la región; fueron los británicos quienes se establecieron, en el siglo XVII, y fundaron explotaciones forestales. En la misma época, los piratas ingleses y franceses pillaban los navíos encallados en los numerosos arrecifes coralinos situados a lo largo del litoral.
La explotación de los ricos recursos forestales del país, con ayuda de una mano de obra esclava, permitió a los Baymen (apodo de los británicos) librarse al comercio lucrativo de la caoba. España, seguida por Guatemala, reivindicaron Belice sin haberse establecido jamás en el territorio.
En la batalla decisiva del Cay Saint George en 1798, los Baymen y sus esclavos resistieron a los invasores españoles, pero debieron, para proteger su territorio enclavado en la zona de influencia de España, acudir a la Corona, la que, en 1862, erigió Belice como colonia, bajo el nombre de Honduras-Británica, nombre que guardó hasta 1973.
Belice accedió a la independencia, en el cuadro del Commonwealth, en septiembre de 1981, a continuación de un acuerdo entre Gran Bretaña y Guatemala, la cual renunciaba a sus pretensiones sobre el país. Tropas británicas permanecieron en el lugar para asegurar el respeto de las fronteras del país, pero la normalización de las relaciones con Guatemala les permitió comenzar la retirada en 1994.
Los colonos españoles, decepcionados por la ausencia de minerales en Belice, rápidamente descuidaron la región; fueron los británicos quienes se establecieron, en el siglo XVII, y fundaron explotaciones forestales. En la misma época, los piratas ingleses y franceses pillaban los navíos encallados en los numerosos arrecifes coralinos situados a lo largo del litoral.
La explotación de los ricos recursos forestales del país, con ayuda de una mano de obra esclava, permitió a los Baymen (apodo de los británicos) librarse al comercio lucrativo de la caoba. España, seguida por Guatemala, reivindicaron Belice sin haberse establecido jamás en el territorio.
En la batalla decisiva del Cay Saint George en 1798, los Baymen y sus esclavos resistieron a los invasores españoles, pero debieron, para proteger su territorio enclavado en la zona de influencia de España, acudir a la Corona, la que, en 1862, erigió Belice como colonia, bajo el nombre de Honduras-Británica, nombre que guardó hasta 1973.
Belice accedió a la independencia, en el cuadro del Commonwealth, en septiembre de 1981, a continuación de un acuerdo entre Gran Bretaña y Guatemala, la cual renunciaba a sus pretensiones sobre el país. Tropas británicas permanecieron en el lugar para asegurar el respeto de las fronteras del país, pero la normalización de las relaciones con Guatemala les permitió comenzar la retirada en 1994.
Historia de Brasil

El paÃs parecÃa destinado a conocer la prosperidad, pero la caida de los precios del café en el mercado internacional entre 1906 y 1910 creó graves desequilibrios en la economÃa brasileña. La situación se degradó aún más con la baja de los precios del caucho.
En 1922, el inicio de una nueva crisis económica obligó al gobierno a hacer cortes drásticos en el presupuesto del Estado. El descontento general desembocó en julio de 1924 en una gran revuelta, cuyo epicentro estaba en São Paulo. La revuelta fue dominada después de seis meses de enfrentamientos por el ejército que permanecÃa leal al presidente Artur da Silva Bernardes, elegido en 1922. Para evitar nuevos problemas, Bernardes decretó la ley marcial que quedó en vigor hasta el fin de su mandato. En agosto de 1927, e gobierno decidió la prohibición de las huelgas.
Al final de las elecciones presidenciales de marzo de 1930, Julio Prestes, el candidato pro-gubernamental, fue declarado vencedor ante Getulio Vargas. Este último era un hombre polÃtico de primer plano, ferviente nacionalista, originario del estado de RÃo Grande do Sul. DisponÃa del apoyo de una gran mayorÃa del ejército y de la clase polÃtica. En octubre de 1930, desencadenó un golpe de estado. Después de tres semanas de combates, Vargas fue designado presidente provisorio, con muy amplios poderes.
En 1933, Vargas emprendió dotar al paÃs de una nueva consitución convocando a una Asamblea constituyente. El nuevo texto, adoptado en 1934, preveÃa particularmente el derecho al voto de las mujeres, la seguridad social para los trabajadores y la elección del presidente por el Congreso. El 17 de julio de 1934, Vargas fue elegido oficialmente presidente.
En el transcurso del primer año de su mandato constitucional, Vargas encontró una fuerte oposición de parte del ala izquierda del Movimiento de los Trabajadores Brasileños. En noviembre de 1935, fueron frustradas tentativas de revueltas comunistas en Pernambuco y en RÃo de Janeiro. La ley marcial fue instaurada y Vargas gobernó por decretos presidenciales. Para reducir la fuerza de la oposición, tuvieron lugar grandes oleadas de detenciones de opositores al gobierno.
En noviembre de 1937, en vÃsperas de elecciones presidenciales, Vargas hizo disolver el Congreso y proclamó una nueva constitución que le conferÃa poder absoluto. Reorganizó el gobierno y la administración del paÃs según el modelo de los regÃmenes totalitarios italiano y alemán. Los partidos polÃticos fueron prohibidos, la prensa y la correspondencia fueron sometidas a una estrecha censura.
El gobierno de Vargas, oficialmente designado por el tÃtulo de Estado Novo (Estado Nuevo), debÃa permanecer en el poder hasta que fuera decidida la fecha de un referendum sobre nuevas leyes orgánicas. Esta fecha no fue fijada nunca en realidad.
Pero durante ese tiempo, las manifestaciones de descontento con respecto a Vargas se multiplicaron. A continuación de un desafÃo lanzado en febrero de 1945 por un grupo de editores, el gobierno aceptó suavizar la censura a la prensa. El 28 de febrero de 1945 fue anunciada la celebración de elecciones presidenciales y legislativas. Poco a poco, las principales trabas a la actividad polÃtica fueron levantadas. En abril de 1945, todos los prisioneros polÃticos, comprendidos los comunistas, tuvieron la amnistÃa.
En octubre de 1945, un golpe de estado militar obligó finalmente a Vargas a renunciar. José Linhares, primer magistrado de la Corte Suprema, fue nombrado presidente provisorio a la espera de elecciones. Estas tuvieron lugar en diciembre de 1945. Ellas dieron una amplia victoria al antiguo Ministro de Guerra, Eurico Gaspar Dutra. Entró en funciones en enero de 1946. Los diputados nuevamente elegidos estaban encargados de redactar la nueva constitución, adoptada en septiembre de 1946.
Getúlio Vargas reencontró la presidencia de Brasil en enero de 1951 después de las elecciones celebradas en octubre precedente. Formó un gobierno de coalición con los grandes partidos. Tan pronto en funciones, este gobierno tomó medidas para equilibrar el presupuesto del Estado y poner en marcha un programa de reducción de la inflación, de aumento de salarios y de extensión de las reformas sociales. Estas decisiones contradictorias no impidieron el crecimiento de la inflación.
En agosto de 1954, en plena campaña electoral legislativa, un oficial de la Fuerza Aérea encontró la muerte en un atentado dirigido contra un director de prensa anti-Vargas. Esta muerte llevó al ejército a exigir la renuncia de Vargas. El 24 de agosto, Vargas aceptó dejar provisoriamente el poder al vice-presidente João Café Filho, antes de suicidarse unas horas más tarde.
El antiguo gobernador de Minas Gerais, Juscelino Kubitschek, reunÃa el apoyo de los partidarios de Vargas y de los comunistas, lo que le permitió ganar las elecciones presidenciales de octubre de 1955. Ni bien asumió su función, en enero de 1956, anunció un ambicioso plan quinquenal de desarrollo económico, seguido de un empréstito con bancos americanos, por un monto superior a 150 millones de dólares. Fue también en esta época e que fueron aprobadas los planes de la futura capital federal: Brasilia.
Jânio da Silva Quadros, antiguo gobernador de São Paulo, devino presidente de Brasil en nero de 1961. Emprendió enseguida una polÃtica de austeridad económica. Después, sin otra explicación que la evocación imprecisa de "fuerzas de la reacción" trabando sus esfuerzos, Quadros renunció en agosto de 1961.
Su vice-presidente João Goulart le sucedió. Pero esta sucesión no se hizo sin dificultad. Los militares comenzaron por oponerse, acusando a Goulart de tener simpatÃa por el régimen castrista cubano. Sin embargo se llegó a un acuerdo. La Constitución fue enmendada de manera de confiscar la mayor parte de los poderes ejecutivos del presidente en favor del Primer Ministro y del gobierno, responsables delante del Congreso. Goulart pudo entrar en funciones en septiembre de 1961.
En el mes de marzo de 1964, algunos dÃas después de haberse mostrado en un meeting obrero, Goulart fue derrocado por un golpe de estado militar y debió huir a Uruguay. El Jefe de Estado Mayor del ejército, el general Humberto Castelo Branco devino presidente de la República.
En 1965, una ley redujo las libertades civiles, aumentó el poder del gobierno y confió al Congreso la tarea de designar al presidente y al vice-presidente.
En 1966, el antiguo ministro de Guerra, el mariscal Artur da Costa E Silva, candidato del partido gubernamental Arena (partido del renacimiento nacional), fue designado presidente. El Movimiento Democrático Brasileño, único partido tolerado de la oposición, habÃa rechazado presentar un candidato en reacción a la privación de los derechos electorales de los adversarios más feroces del gobierno militar.
En diciembre de 1968, viendo las consecuencias de la agitación social y polÃtica, Costa se dio poderes ilimitados y pudo asà efectuar purgas polÃticas, recortes en la economÃa e imponer la censura.
En agosto de 1969, fue afectado por un ataque cerebral. Los militares eligieron al general Emilio Garrastazú Médici para sucederle, elección aprobada por el Congreso. Pero la protesta se hacÃa cada vez más viva en el paÃs.
Fue en este contexto que el general Ernest Geisel, presidente de Petrobras, sociedad petrolera nacionalizada, accedió al poder en 1974. Comenzó por establecer una polÃtica más bien liberal aflojando la censura sobre la prensa y permitiendo a los partidos de oposición reprender una actividad polÃtica legal. Pero estas censuras fueron en parte anuladas en 1976 y en 1977. En 1979, otro militar, João Baptista de Oliveira Figueiredo, sucedió a Geisel.
El fin de la dictadura
Fue finalmente en 1985 que fue elegido, Tancredo Neves, como el primer presidente civil brasileño después de 21 años. Pero murió antes de entrar en funciones. El vice-presidente José Sarney lo reemplazó. Confrontado a un rebote de la inflación y a una deuda externa considerable, Sarney impuso un programa de austeridad que comprendÃa la emisión de una nueva moneda, elcruzado. Para fortalecer la democracia, una nueva constitución enró en vigor en octubre de 1988.
Fue en el cuadro de esta nueva constitución previendo la elección del presidente por sufragio directo que fue elegido, en diciembre de 1989, Fernando Collor de Mello, candidato del partido conservador de reconstrucción nacional. Sus medidas drásticas de lucha contra la inflación provocaron una de las más graves recesiones que Brasil haya conocido jamás en una década. Por otra parte, rumores cada vez más precisos de corrupción comenzaron a circular sobre el presidente Collor.
La Cámara de Diputados entabló un proceso contra Collor por corrupción. El vice-presidente Itamar Franco fue el encargado de asegurar el interÃn. Todos los recursos agotados, Collor terminó por renunciar el 29 de diciembre de 1992. Franco fue entonces investido oficialmente como presidente de Brasil.
A fines de 1994, las elecciones presidenciales dieron la victoria a Fernando Henrique Cardoso quien tomó sus funciones el 1 de enero de 1995. La inflación fue parcialmente detenida, Brasil despegó económicamente a pesar de la subsistencia de bolsones de pobreza considerables. El Noreste sufrió de la más importante sequÃa desde hacÃa cuarenta años.
En 1997, Brasil realizó un número creciente de intercambios con los paises adherentes al Mercosur. Pero vuelta necesaria la aceleración de las privatizaciones, a fin de evitar una crisis del sistema bancario, encontró la oposición de los sindicatos, de la izquierda radical, de José Sarney. Se asistió a un recrudecimiento de la violencia urbana.
En octubre de 1998, el presidente Fernando Henrique Cardoso fue reelecto en la primera vuelta del escrutinio con cerca del 54 % de los sufragios, contra menos del 32 % para su adversario Luis Inacio Lula da Silva, lider del Partido de los trabajadores (PT). Anunció su intención de proseguir su programa de austeridad y adoptó, en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un plan a seguir. Resultó un aumento del desempleo. Esta crisis financiera sacudió la economÃa brasileña y desestabilizó la de sus vecinos del Mercosur, particularmente la Argentina. El FMI y los paises ricos acordaron 41 mil millones de dólares a Brasil, que enderezó rápidamente su economÃa.
Las elecciones municipales del 2000 fueron marcadas por los buenos resultados del Partido de los trabajadores (PT), quienes lograron la alcaidÃa de São Paulo. Lula fue elegido, el 27 de octubre de 2002, en las elecciones presidenciales. Por primera vez, fue elegido en Brasil un presidente de la República de izquierda. Entró en funciones el 1 de enero de 2003.
Historia de Colombia
El siglo XX comenzó en Colombia en medio de una de sus mayores guerras civiles: la Guerra de los Mil Días, que duró entre 1899 y 1902. Esta guerra, que se puede enmarcar dentro de las demás guerras civiles del siglo XIX colombiano se agravó cuando la dirigencia liberal ordenó a sus casi vencidos ejércitos no rendirse y refugiarse en la guerra de guerrillas.
Firmada la paz, la guerra trajo dos importantes consecuencias. El país arruinado, junto con muchas otras causas, precipitó la separación de Panamá en 1903. Adicionalmente surge la figura del general Rafael Reyes como una esperanza para mejorar el país.
Reyes inicia una serie de reformas, incluyendo la creación de unas Fuerzas Armadas de carácter nacional. Sus reformas, si bien populares al principio, generaron una resistencia de la clase política que propiciaron el cierre del congreso por parte de Reyes y la asumción de este de poderes dictatoriales. En 1909, un año antes de que se venciera su período constitucional, y cinco años antes del vencimiento de la prórroga a 10 años otorgada a su mandato, Reyes abandona el cargo.
Una reforma constitucional en 1910 prohibe desden entonces la participación de militares en la política, lo cual, junto con la creación de un ejercito nacional y permanente marcan la separación entre política y militares que han caracterizado a Colombia durante el siglo XX.
La hegemonía conservadora
Entre 1886 y 1930 todos los presidentes representaron al partido conservador en lo que se conoció como la hegemonía conservadora.
Como oposición al gobierno de Reyes y en respuesta a los sectores más reaccionarios del partido conservador se funda el Partido Republicano el cual contaba con el apoyo de varios sectores del partido liberal, pero sus gobiernos, entre 1914 y 1922, fueron eminentemente conservadores y en 1922 el partido conservador oficial retomó el poder.
El período entre 1910 y 1930 marcó definitivamente el ingreso de Colombia al siglo XX. De la sociedad agraria y minera, agravada por guerras civiles que caracterizaron al siglo XIX, las reformas de 1910 y el surgimiento en los años 1920 de un importante sector de servicios y una clase dirigente urbana marcan la historia social de Colombia.
En 1928 se funda, junto con capital alemán, Scadta, segunda aerolínea comercial en el mundo y predesesora de la actual Avianca.
La revancha liberal
Una división del partido conservador que llevó dos candidatos a las elecciones de 1930 permitió el triunfo del partido liberal en cabeza de Enrique Olaya Herrera. Los liberales mantuvieron el poder hasta 1946 cuando otra división, esta vez de los liberales, permitió el regreso a la presidencia del partido conservador.
Los presidentes liberales introdujeron una serie de reformas en la vida nacional, la más importante de ellas fue la reforma constitucional de 1936, durante la primera presidencia de Alfonso López Pumarejo. Esta reforma introduce una serie de reformas liberales, incluido el derecho a la huelga.
El partido liberal, en el poder, busca también revancha de la hegemonía conservadora previa, sembrando algunas bases de la posterior época de la Violencia.
En 1942 López Pumarejo inicia un segundo período presidencial, pero sufre una crisis institucional y es obligado a renunciar en 1945. La popularidad de Jorge Eliécer Gaitán lo proyecta como candidato del partido liberal y gran opcionado para ganar las elecciones de 1946, pero el temor de la clase política lleva a Gabriel Turbay a lanzar su propia candidatura. Como consecuencia los liberales pierden el poder en 1946.
El medio siglo
En 1946, la división liberal permite el triunfo del conservador Mariano Ospina Pérez a la presidencia de la república.
La proyección de Gaitán, quien se consolida como jefe único del partido liberal, sumada a la mayoría liberal en el congreso, no permite al conservatismo desarrollar cabalmente sus políticas.
El 9 de abril de 1948, Gaitán es asesinado desatándose un levantamiento popular conocido como El Bogotazo. El levantamiento, que buscaba forzar a Ospina a renunciar termina fortaleciendo al presidente quien empieza a desarrollar más y más políticas represivas.
El partido liberal no participa de las elecciones de 1950 dejando vía libre para que el conservador Laureano Gómez gane la presidencia. Sin una oposición política legal, Gómez impulsa una serie de políticas represivas.
Una parte de la dirigencia liberal ordena a sus militantes a alsarse en armas contra la presidencia de Gómez dando lugar a lo que se conoce como la Violencia.
Este período termina oficialmente el 13 de junio de 1953 cuando Laureano Gómez es derrocado por el general Gustavo Rojas Pinilla y este ofrece una amnistía a los guerrilleros liberales.
Rojas Pinilla fue bien recibido por muchos sectores del país. Desarrolló una serie de reformas económicas y políticas, incluyendo la creación de la televisión en Colombia y el sufragio de la mujer. Sin embargo su presidencia de facto perseguía la libertad de expresión y fue muy laxo con los restos de violencia política, particularmente la ejercida por los conservadores contra los liberales.
La crítica de estos casos llevó al cierre de varios periódicos y a una radicalización de la clase política en contra de Rojas. Un paro cívico ordenado por la clase empresarial y política obligó a Rojas a renunciar el 10 de mayo de 1957.
El Frente Nacional
La oposición a la presidencia de facto de Gustavo Rojas Pinilla unió a dirigentes de los partidos liberal y conservador en contra del dictador. El Liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez firmaron el pacto de Benidorn que da inicio al Frente Nacional
Caído Rojas, una junta militar asume el poder durante un período de transición. En 1958 se reanudan las elecciones democráticas, siendo elegido Alberto Lleras Camargo como el primer presidente del Frente Nacional. Por los próximos 16 años la presidencia sería alternada entre los dos partidos tradicionales, los cuales conformarían gobiernos de unidad, repartiendo los ministerios y la burocracia entre ambos partidos.
El Frente Nacional marca el fin de la violencia partidista que aquejó a Colombia por más de un siglo. Sin embargo, el esquema cerrado de este régimen acunó la violencia guerrillera y el conflicto armado colombiano actual.
La última elección del frente nacional enfrentaría al candidato del frente, el conservador Misael Pastrana con el ex presidente (dictador) Gustavo Rojas Pinilla en 1970. La victoria del candidato del Frente se vio empañada por acusaciones de fraude electoral, y la prueba, para muchos, de que no había otra forma que la vía armada para hacer oposición en Colombia.
Historia reciente
Terminado el Frente Nacional, las diferencias ideológicas entre los dos partidos tradicionales habían, prácticamente, desaparecido y el enfrentamiento electoral empezó a desarrollarse más en el campo burocrático.
El surgimiento de las guerrillas comunistas: ELN, M-19, FARC, EPL, etc. marcó la vida política desde entonces. El surgimiento del narcotráfico fue otro factor importante. Especialmente tras la críticas que realizó el entonces Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, mandado a asesinar por el entonces depuesto Representante Pablo Escobar.
En 1989, las críticas al sistema político cerrado provenían no sólo de los grupos guerrilleros o de partidos como el comunista o la Unión Patriótica, sino que había permeado a las nuevas propuestas políticas y a los grupos universitarios (tanto de universidades públicas como privadas). Este nuevo liderazgo estaba representado en el senador y precandidato presidencial Luis Carlos Galán, quien se perfilaba como el más probable ganador de las elecciones presidenciales de 1990.
El asesinato de Galán, ordenado por Pablo Escobar, fue el punto culmen de la guerra declarada por Pablo Escobar contra la Extradición. En medio de este clima, un movimiento estudiantil, inspirado por el ideario de Galán, logra la aprobación en 1990 de la convocación a una Asamblea Constituyente, la cual promulgaría una nueva constitución en 1991.
Pablo Escobar fue abatido en 1993, y con él se acaba la etapa en la cual los narcotraficantes declaraban la guerra al estado colombiano. Pronto el Cartel de Cali sería sometido a la justicia durante la presidencia de Ernesto Samper. Esto no representó, en ningún momento, el fin del narcotraficante.
Si bien antes y durante el proceso de la Constituyente de 1991 varios grupos guerrilleros se habían desmovilizado, entre ellos el M-19 (1989) y el EPL (1991); otros grupos como las FARC continuaron su lucha insurgente y, ante la caída de la Unión Soviética, buscaron como fuente de financiamiento el secuestro extorsivo y el control de las zonas de cultivo de coca. Más adelante empezarían a manejar directamente parte del procesamiento y tráfico de cocaina.
Por otro lado, muchos de los narcotraficantes se aliarían con grupos de autodefensa, financiando el paramilitarismo, o se presentarían a sí mismos como paramilitares. Esta relación entre paramilitarismo y narcotráfico databa de los tiempos de Gonzalo Rodrígez Gacha. Otros muchos narcotrafincantes, principalmente los nuevos narcotraficantes, buscarían un perfil más ejecutivo y un perfil más bajo en contraste con la ostentación de Pablo Escobar y de Rodrígez Gacha.
Los grupos de paramilitares, bien financiados por el narcotráfico, o bien por ganaderos, empresarios, políticos o las fuerzas armadas, se unieron a finales de los años 1990 en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), formando pronto una guerra de tres frentes entre el estado colombiano, las guerrillas (FARC y ELN) y las AUC.
Firmada la paz, la guerra trajo dos importantes consecuencias. El país arruinado, junto con muchas otras causas, precipitó la separación de Panamá en 1903. Adicionalmente surge la figura del general Rafael Reyes como una esperanza para mejorar el país.
Reyes inicia una serie de reformas, incluyendo la creación de unas Fuerzas Armadas de carácter nacional. Sus reformas, si bien populares al principio, generaron una resistencia de la clase política que propiciaron el cierre del congreso por parte de Reyes y la asumción de este de poderes dictatoriales. En 1909, un año antes de que se venciera su período constitucional, y cinco años antes del vencimiento de la prórroga a 10 años otorgada a su mandato, Reyes abandona el cargo.
Una reforma constitucional en 1910 prohibe desden entonces la participación de militares en la política, lo cual, junto con la creación de un ejercito nacional y permanente marcan la separación entre política y militares que han caracterizado a Colombia durante el siglo XX.
La hegemonía conservadora
Entre 1886 y 1930 todos los presidentes representaron al partido conservador en lo que se conoció como la hegemonía conservadora.
Como oposición al gobierno de Reyes y en respuesta a los sectores más reaccionarios del partido conservador se funda el Partido Republicano el cual contaba con el apoyo de varios sectores del partido liberal, pero sus gobiernos, entre 1914 y 1922, fueron eminentemente conservadores y en 1922 el partido conservador oficial retomó el poder.
El período entre 1910 y 1930 marcó definitivamente el ingreso de Colombia al siglo XX. De la sociedad agraria y minera, agravada por guerras civiles que caracterizaron al siglo XIX, las reformas de 1910 y el surgimiento en los años 1920 de un importante sector de servicios y una clase dirigente urbana marcan la historia social de Colombia.
En 1928 se funda, junto con capital alemán, Scadta, segunda aerolínea comercial en el mundo y predesesora de la actual Avianca.
La revancha liberal
Una división del partido conservador que llevó dos candidatos a las elecciones de 1930 permitió el triunfo del partido liberal en cabeza de Enrique Olaya Herrera. Los liberales mantuvieron el poder hasta 1946 cuando otra división, esta vez de los liberales, permitió el regreso a la presidencia del partido conservador.
Los presidentes liberales introdujeron una serie de reformas en la vida nacional, la más importante de ellas fue la reforma constitucional de 1936, durante la primera presidencia de Alfonso López Pumarejo. Esta reforma introduce una serie de reformas liberales, incluido el derecho a la huelga.
El partido liberal, en el poder, busca también revancha de la hegemonía conservadora previa, sembrando algunas bases de la posterior época de la Violencia.
En 1942 López Pumarejo inicia un segundo período presidencial, pero sufre una crisis institucional y es obligado a renunciar en 1945. La popularidad de Jorge Eliécer Gaitán lo proyecta como candidato del partido liberal y gran opcionado para ganar las elecciones de 1946, pero el temor de la clase política lleva a Gabriel Turbay a lanzar su propia candidatura. Como consecuencia los liberales pierden el poder en 1946.
El medio siglo
En 1946, la división liberal permite el triunfo del conservador Mariano Ospina Pérez a la presidencia de la república.
La proyección de Gaitán, quien se consolida como jefe único del partido liberal, sumada a la mayoría liberal en el congreso, no permite al conservatismo desarrollar cabalmente sus políticas.
El 9 de abril de 1948, Gaitán es asesinado desatándose un levantamiento popular conocido como El Bogotazo. El levantamiento, que buscaba forzar a Ospina a renunciar termina fortaleciendo al presidente quien empieza a desarrollar más y más políticas represivas.
El partido liberal no participa de las elecciones de 1950 dejando vía libre para que el conservador Laureano Gómez gane la presidencia. Sin una oposición política legal, Gómez impulsa una serie de políticas represivas.
Una parte de la dirigencia liberal ordena a sus militantes a alsarse en armas contra la presidencia de Gómez dando lugar a lo que se conoce como la Violencia.
Este período termina oficialmente el 13 de junio de 1953 cuando Laureano Gómez es derrocado por el general Gustavo Rojas Pinilla y este ofrece una amnistía a los guerrilleros liberales.
Rojas Pinilla fue bien recibido por muchos sectores del país. Desarrolló una serie de reformas económicas y políticas, incluyendo la creación de la televisión en Colombia y el sufragio de la mujer. Sin embargo su presidencia de facto perseguía la libertad de expresión y fue muy laxo con los restos de violencia política, particularmente la ejercida por los conservadores contra los liberales.
La crítica de estos casos llevó al cierre de varios periódicos y a una radicalización de la clase política en contra de Rojas. Un paro cívico ordenado por la clase empresarial y política obligó a Rojas a renunciar el 10 de mayo de 1957.
El Frente Nacional
La oposición a la presidencia de facto de Gustavo Rojas Pinilla unió a dirigentes de los partidos liberal y conservador en contra del dictador. El Liberal Alberto Lleras Camargo y el conservador Laureano Gómez firmaron el pacto de Benidorn que da inicio al Frente Nacional
Caído Rojas, una junta militar asume el poder durante un período de transición. En 1958 se reanudan las elecciones democráticas, siendo elegido Alberto Lleras Camargo como el primer presidente del Frente Nacional. Por los próximos 16 años la presidencia sería alternada entre los dos partidos tradicionales, los cuales conformarían gobiernos de unidad, repartiendo los ministerios y la burocracia entre ambos partidos.
El Frente Nacional marca el fin de la violencia partidista que aquejó a Colombia por más de un siglo. Sin embargo, el esquema cerrado de este régimen acunó la violencia guerrillera y el conflicto armado colombiano actual.
La última elección del frente nacional enfrentaría al candidato del frente, el conservador Misael Pastrana con el ex presidente (dictador) Gustavo Rojas Pinilla en 1970. La victoria del candidato del Frente se vio empañada por acusaciones de fraude electoral, y la prueba, para muchos, de que no había otra forma que la vía armada para hacer oposición en Colombia.
Historia reciente
Terminado el Frente Nacional, las diferencias ideológicas entre los dos partidos tradicionales habían, prácticamente, desaparecido y el enfrentamiento electoral empezó a desarrollarse más en el campo burocrático.
El surgimiento de las guerrillas comunistas: ELN, M-19, FARC, EPL, etc. marcó la vida política desde entonces. El surgimiento del narcotráfico fue otro factor importante. Especialmente tras la críticas que realizó el entonces Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, mandado a asesinar por el entonces depuesto Representante Pablo Escobar.
En 1989, las críticas al sistema político cerrado provenían no sólo de los grupos guerrilleros o de partidos como el comunista o la Unión Patriótica, sino que había permeado a las nuevas propuestas políticas y a los grupos universitarios (tanto de universidades públicas como privadas). Este nuevo liderazgo estaba representado en el senador y precandidato presidencial Luis Carlos Galán, quien se perfilaba como el más probable ganador de las elecciones presidenciales de 1990.
El asesinato de Galán, ordenado por Pablo Escobar, fue el punto culmen de la guerra declarada por Pablo Escobar contra la Extradición. En medio de este clima, un movimiento estudiantil, inspirado por el ideario de Galán, logra la aprobación en 1990 de la convocación a una Asamblea Constituyente, la cual promulgaría una nueva constitución en 1991.
Pablo Escobar fue abatido en 1993, y con él se acaba la etapa en la cual los narcotraficantes declaraban la guerra al estado colombiano. Pronto el Cartel de Cali sería sometido a la justicia durante la presidencia de Ernesto Samper. Esto no representó, en ningún momento, el fin del narcotraficante.
Si bien antes y durante el proceso de la Constituyente de 1991 varios grupos guerrilleros se habían desmovilizado, entre ellos el M-19 (1989) y el EPL (1991); otros grupos como las FARC continuaron su lucha insurgente y, ante la caída de la Unión Soviética, buscaron como fuente de financiamiento el secuestro extorsivo y el control de las zonas de cultivo de coca. Más adelante empezarían a manejar directamente parte del procesamiento y tráfico de cocaina.
Por otro lado, muchos de los narcotraficantes se aliarían con grupos de autodefensa, financiando el paramilitarismo, o se presentarían a sí mismos como paramilitares. Esta relación entre paramilitarismo y narcotráfico databa de los tiempos de Gonzalo Rodrígez Gacha. Otros muchos narcotrafincantes, principalmente los nuevos narcotraficantes, buscarían un perfil más ejecutivo y un perfil más bajo en contraste con la ostentación de Pablo Escobar y de Rodrígez Gacha.
Los grupos de paramilitares, bien financiados por el narcotráfico, o bien por ganaderos, empresarios, políticos o las fuerzas armadas, se unieron a finales de los años 1990 en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), formando pronto una guerra de tres frentes entre el estado colombiano, las guerrillas (FARC y ELN) y las AUC.
Historia de Costa Rica

Costa Rica ha evitado en lo posible, mucha de la violencia que ha plagado a América Central. Desde los últimos años del Siglo XIX, solo dos periodos de violencia han marcado su desarrollo democrático. En 1917, Federico Tiónico Granados gobernó como dictador, después de un golpe de estado. En 1948 José Figueres Ferrer lidero un levantamiento armado, a raíz de una elección presidencial viciada de nulidad y fraude. El año siguiente, el mismo Figueres abolió el ejercito, y desde entonces, Costa Rica ha sido uno de los pocos países en operar bajo el sistema democrático sin la ayuda de un ejercito armado.
Con la baja de 2000 soldados, los 44 días que duro la guerra civil resultaron de este levantamiento, el hecho mas sangriento en la historia del país en el Siglo XX, pero la Junta creo una constitución (ver: Constitución Política de Costa Rica (1949)), garantizando las libres elecciones con sufragio universal y el fin del ejercito armado. Figueres llego a ser un héroe nacional, ganando la primera elección bajo la nueva constitución en 1953. Desde entonces, el país ha llevado a cabo once elecciones, la ultima de ellas en el 2002.
Aunque todavía sigue siendo un país agrícola, ha alcanzado un relativo alto estándar de vida. Actualmente, el turismo es la industria de más rápida expansión, y la principal fuente de divisas
Historia de CUBA

Cuba y su población amerindia, que fue exterminada en su casi totalidad, pasaron a control español en el siglo XVI. Durante los siglos XVII y XVIII la noción de una nacionalidad cubana propia fue desarrollándose en la isla, sobre todo al amparo de las guerras de independencia de los Estados Unidos y del resto de los países de América. La lucha armada en forma organizada en busca de la independencia comenzó el 10 de octubre de 1868, con el apoyo extraoficial pero muy importante de Estados Unidos, con el llamado Grito de Yara, y continuó durante el siglo XIX; en 1898 los Estados Unidos intervinieron en la llamada Guerra hispano-estadounidense, también conocida como Guerra de Independencia de Cuba o Guerra de 1895. Tras la rendición de los españoles y la firma del Tratado de París (1898), los Estados Unidos ocuparon la isla hasta el reconocimiento de su independencia en 1902; sin embargo, la autonomía isleña estuvo limitada por la Enmienda Platt, que no fue revocada hasta 1934. Después de su abrogación, los Estados Unidos siguieron ejerciendo un fuerte control en algunos los asuntos cubanos e interviniendo cada vez que lo creyeron conveniente.
La política de la isla fue agitada durante la primera mitad del siglo; una retahíla de breves gobiernos constitucionales alternados con golpes militares, que muchas veces dieron lugar a la elección democrática de los mismos líderes golpistas, tuvo lugar hasta que en 1952 el ya dos veces gobernante de la isla Fulgencio Batista tomó el poder. Batista, que en anteriores gobiernos se había mostrado relativamente liberal y progresista, endureció progresivamente su política contra los disidentes, motivados por la fuerte corrupción del gobierno y la deplorable situación económica. Permanecería en el poder hasta 1959, en que fue derrocado por un grupo revolucionario liderado por Fidel Castro, junto con el Ché Guevara y Camilo Cienfuegos, que contaba con un fuerte apoyo popular..
Derrocado Batista, el grupo revolucionario liderado por Castro —tras una época de vacilaciones— se alineó con el bloque soviético e implantó un sistema político-económico comunista, lo que llevó al enfrentamiento con el gobierno de Estados Unidos y los intereses norteamericanos en la economía del país. Las relaciones con Estados Unidos, inicialmente buenas, se deterioraron después de que el gobierno cubano nacionalizara la totalidad de intereses y negocios estadounidenses en Cuba. Este paso inició un proceso de radicalización que culminó con la declaración del carácter socialista de la Revolución el 16 de abril de 1961, un día después de que 1500 exiliados financiados y organizados por la CIA atacaran la isla en la llamada invasión de la Bahía de Cochinos.
En octubre y noviembre de 1962 las relaciones con Estados Unidos sufrieron una nueva crisis, tras el descubrimiento de un proyecto conjunto con la URSS de desplegar en Cuba de misiles nucleares como medio disuasorio de nuevas acciones militares; el gobierno estadounidense bloqueó las comunicaciones aéreas y navales de la isla. La crisis terminó con el entendimiento de los gobiernos de la Unión Soviética y Estados Unidos, el retiro de los misiles y la promesa norteamericana de no invadir a Cuba.
Historia de chile
El poder se centró desde temprano en la persona del general Augusto Pinochet, quien se hizo nombrar presidente de la República por las fuerzas armadas. Hasta 1980, Pinochet gobernó sin especificar por cuánto tiempo estaría en el poder. Ese año hizo aprobar una nueva Constitución, en un plebiscito que se realizó sin posibilidades de que la oposición pudiera manifestarse abiertamente. Según esa carta, Pinochet podría gobernar ocho años más, hasta 1988; ese año se haría un nuevo plebiscito, en el que se decidiría si el dictador seguía en el poder o si debían celebrarse eleccione libres.
La esencia de la dictadura fue la represión: más de 3 000 personas murieron o desaparecieron, la mayoría durante los dos primeros años del régimen, y cientos de miles partieron al exilio. En Santiago y en provincias hubo diversos centros de detención y de tortura. Inmediatamente después del golpe, una treintena de ministros y otros funcionarios importantes de la UP fueron llevados a la isla Dawson, en el extremo sur del país, donde vivieron varios meses, sometidos a maltratos, sin que se especificaran cargos en su contra. Después, varios fueron enviados al exilio. Sin embargo, allí tampoco estuvieron a salvo, ya que algunos de ellos fueron asesinados, como Orlando Letelier, ex ministro de la UP (muerto en Washington en 1976) y el general Carlos Prats, uno de los pocos militares que había colaborado con Allende (en Buenos Aires, en 1974).
Los partidos políticos fueron prohibidos (los de la izquierda) o declarados en receso (los de la derecha y la DC); el parlamento se cerró. Los jueces, en teoría, seguían constituyendo un poder autónomo, pero en la práctica, se limitaban a corroborar lo que el gobierno decidía, sin cuestionar los abusos contra los derechos humanos. Los sindicatos no fueron prohibidos, pero llevaron una existencia muy limitada.
Aunque la mayoría de los cargos principales en el gobierno stuveron en manos de los militares (incluso hubo rectores de universidad que eran almirantes o generales), el poder se ejerció con la colaboración de muchos políticos de la derecha, que sirvieron como ministros o embajadores. Pero hubo también muchos elementos civiles nuevos, sin partido, que ocuparon cargos de importancia, en la economía o en otros cargos ministeriales. Los empresarios no disimularon su apoyo a la dictadura. Por ello, el gobierno de Pinochet nofue únicamente un poder militar, sino apoyado por un sector importante de la sociedad civil, especialmente el de los propietarios.
Por ello, en política económica, la dictadura tendió a privatizar las empresas que habían pertenecido al Estado, y abrió también muchos servicios a la empresa privada, como la salud, los seguros y la educación; en este último campo surgieron muchas universidades privadas. Se terminó con la política de fijación de precios de los artículos de comsumo básico, dejándolos fluctuar libremente. Las tierras que habían sido expropiadas durante la reforma agraria no siempre fueron devueltos a sus antiguos propietarios, sino que fueron en parte rematadas, creándose un núcleo de nuevos empresarios agrícolas.Además, buscó el equilibrio fiscal, disminuyendo el gasto público. Se abrió la puerta a la inversión extranjera, aunque ella no llegó en grandes proporciones. Chile se retiró del Pacto andino, para tener mayor libertad de acción, y rebajó las tarifas aduaneras para practicar una política más liberal en su comercio exterior. Todas estas medidas eran un cambio importante en relación a los últimos 40 años, durante los cuales el Estado había jugado un papel tan importante como la empresa privada.
Hasta 1981, la dictadura casi no tuvo opositores, y pareció tener éxito con su política económica. Pero en 1982 estalló una severa crisis, que persistió hasta 1985, y que llevó la tasa de cesantía a más del 20%. Esa situación dio ánimo a los opositores, que organizaron manifestaciones masivas contra la dictadura, que se hacían todos los meses, de marzo a noviembre. Pinochet hizo algunas concesiones, permitiendo el regreso de varios exiliados y la aparición de algunas revistas de oposición. Comenzó el largo y difícil camino hacia la “transición hacia la democracia”. Este proceso fue apoyado por la mayor parte de la iglesia católica, cuyo principal dirigente, el cardenal Raúl SilvaHenríquez, criticó abiertamente los excesos del régimen. Desde los años 1980, hubo también presiones de Estados Unidos en favor de un cambio de gobierno, ya que Washington cambió su política hacia las dictaduras.
La transición chilena fue compleja y costosa en vidas humanas. Durante los cinco años de protestas (de 1982 a 1986) los opositores debieron enfrentar una represión que provocó un centenar de muertos y muchos heridos. Entre 1985 y 1986 se pensó que la dictadura podía caer, y uno de los partidos opositores, el PC, organizó un grupo armado que intentó matar a Pinochet. Tras el fracaso del atentado, el grueso de la oposición, dirigida por demócrata cristianos, socialistas y radicales, se concentró en una salida a través de medios institucionales, lo que se obtuvo a través del plebiscito de octubre de 1988. Esta consulta fue una derrota para Pinochet, quien perdió el derecho de continuar en el poder y abrió el camino a las elecciones de diciembre de 1989, donde el demócrata cristiano Patricio Aylwin fue elegido presidente. Pero los militares se retiraron habiendo impuesto una serie de leyes que jugarían en su favor e impedirían un cabal regreso a la democracia.
De 1990 hasta hoy
En marzo de 1990 el general Pinochet, de acuerdo a los resultados de la elección realizada tres meses antes, entregó el mando supremo del país a Patricio Aylwin, el candidato vencedor, que representaba a la Concertación, la coalición de partidos que se había opuesto a la dictadura militar en sus últimos años. Esa alianza estaba compuesta por el PS y la DC, los antiguos rivales durante la UP, y también por un nuevo partido, el PPD (Partido por la democracia), los radicales y los socialdemócratas. El PC, el antiguo aliado de los socialistas, quedó aislado y obtiene bajos porcentajes en las elecciones.. Esta alianza ha tenido éxito, al ganar todas las elecciones, tanto presidenciales como parlamentarias, desde 1989 hasta hoy. Después del gobierno de Aylwin (de 1990 a 1994), el poder pasó a manos del demócratacristiano Eduardo Frei (hijo del anterior), quien gobernó desde 1994 a 2000, y últimamente, al socialista Ricardo Lagos, vencedor en la última elección, cuyo mandato llega hasta marzo del 2006.
La “Concertación” ha tenido éxitos en el plano económico, ya que durante la década de 1990 el PNB del país creció a un promedio de 6% anual, el mejor resultado de un país latinoamericano, y uno de los más sobresalientes del mundo. La estrategia ha sido muy semejante a la heredada de la dictadura, ya que las exportaciones siguen siendo el motor de la economía. Chile ha pasado a participar en varios mercados regionales: es miembro asociado del Mercosur, participa en las reuniones de la APEC (Asociación de Asia-Pacífico), apoya con entusiasmo el proyecto de ALCA (integración de las Américas), ha firmado tratados de libre cambio con Canadá y desde mayo de 2002, con la Unión europea. La empresa privada, tanto nacional como extranjera, continúan dirigiendo las principales actividades. Su esfera se ha ampliado, ya que la Concertación ha seguido privatizando servicios, como el agua potable y la construcción de carreteras. Han llegado muchos capitales extranjeros, de EE.UU., Canadá y España, sobre todo a las minas y a los servicios. La cesantía alcanzó un nadir de 5,5%, en 1997. Sin embargo, pese a esta prosperidad, que ha hecho aumentar el ingreso anual de los chilenos, que pasó de 2,000 dólares p.c. a 5,000, el crecimiento ha disminuído bastante desde 2001, la cesantía ha aumentado, alcanzando cerca del 10% en los dos últimos años, y se mantienen graves desigualdades en la distribución del ingreso.
El nuevo régimen ha significado también el restablecimiento de las libertades fundamentales (prensa, reunión, etc.). Sin embargo, la democratización es incompleta. Sigue vigente la Constitución de 1980, aprobada en condiciones inaceptables, y continúan las instituciones impuestas por Pinochet antes de entregar el mando a los civiles: los senadores designados (entre ellos, cuatro militares), los senadores vitalicios (Pinochet es uno de ellos) y un sistema electoral poco representativo. Ha habido poco avances en materia de derechos humanos. En 1991 se dio a conocer el informe Rettig, que identificaba a las víctimas de la dictadura, pero no a los responsables de los crímenes, y la ley de autoamnistía, de 1978, sigue en vigencia. En 2000, Pinochet perdió su fuero o inmunidad parlamentaria, debiendo enfrentar un juicio por su responsabilidad en varias de las matanzas cometidas bajo su gobierno, pero el juicio quedó detenido por razones de salud. Además, ese proceso comenzó gracias al arrestodel antiguo dictador en 1998 en Londres, por la iniciativa del juez español Baltazar Garzón. Al mismo tiempo, gracias a ese nuevo contexto, se enjuiciaron y condenaron a algunos oficiales culpables de otros crímenes (cometidos después de 1978), y en 2001 los militares se vieron obligados a reconocer que muchas personas habían sido muertas y desaparecidas, a veces lanzadas al mar, aunque sin identificar a los responsables de esos crímenes.
En parte, esta situación se debe a que los antiguos partidarios de la dictadura mantienen un peso político importante, ya que los partidos de la derecha, que han adoptado nuevos nombres (Renovación nacional y Unión Democrática independiente) mantienen una votación elevada y constituyen una oposición numerosa en el congreso, impidiendo la aprobación de leyes que reformarían la Constitución, que requieren más que una mayoría simple. Sin embargo, la Concertación ha insistido poco en esas reformas, prefiriendo dedicarse a estimular el crecimiento económico y destacando la necesidad de alcanzar la reconciliación nacional, para borrar la herencia de la dictadura.
En el plano social, el país ha cambiado. Los resultados preliminares del censo de población de 2002 indican que el crecimiento demográfico se ha frenado considerablemente, y que Chile está hoy entre los países de más baja natalidad de América latina, junto a Cuba y Uruguay. La población supera ligeramente los 15 millones de habitantes, y es urbana en casi 90%. Se calcula que cerca de un millón de chilenos viven fuera del país (de ellos, 30 000 residen en Canadá); a aquellos que salieron bajo la dictadura, y que han regresado sólo en parte, se han añadido otros, que siguen saliendo por razones de trabajo. La relativa prosperidad chilena atrae a gente de países vecinos: hay alrededor de 50 000 peruanos viviendo en Chile, muchos de ellos ilegalmente, y también varios miles de profesionales ecuatorianos, argentinos y cubanos. Pese a la gran apertura internacional que el país ha vivido, las mentalidades siguen siendo más bien conservadoras: Chile es el único país occidental donde aún no se aprueba una ley de divorcio, cuyo proyecto está en debate hace años en el Parlamento
La esencia de la dictadura fue la represión: más de 3 000 personas murieron o desaparecieron, la mayoría durante los dos primeros años del régimen, y cientos de miles partieron al exilio. En Santiago y en provincias hubo diversos centros de detención y de tortura. Inmediatamente después del golpe, una treintena de ministros y otros funcionarios importantes de la UP fueron llevados a la isla Dawson, en el extremo sur del país, donde vivieron varios meses, sometidos a maltratos, sin que se especificaran cargos en su contra. Después, varios fueron enviados al exilio. Sin embargo, allí tampoco estuvieron a salvo, ya que algunos de ellos fueron asesinados, como Orlando Letelier, ex ministro de la UP (muerto en Washington en 1976) y el general Carlos Prats, uno de los pocos militares que había colaborado con Allende (en Buenos Aires, en 1974).
Los partidos políticos fueron prohibidos (los de la izquierda) o declarados en receso (los de la derecha y la DC); el parlamento se cerró. Los jueces, en teoría, seguían constituyendo un poder autónomo, pero en la práctica, se limitaban a corroborar lo que el gobierno decidía, sin cuestionar los abusos contra los derechos humanos. Los sindicatos no fueron prohibidos, pero llevaron una existencia muy limitada.
Por ello, en política económica, la dictadura tendió a privatizar las empresas que habían pertenecido al Estado, y abrió también muchos servicios a la empresa privada, como la salud, los seguros y la educación; en este último campo surgieron muchas universidades privadas. Se terminó con la política de fijación de precios de los artículos de comsumo básico, dejándolos fluctuar libremente. Las tierras que habían sido expropiadas durante la reforma agraria no siempre fueron devueltos a sus antiguos propietarios, sino que fueron en parte rematadas, creándose un núcleo de nuevos empresarios agrícolas.Además, buscó el equilibrio fiscal, disminuyendo el gasto público. Se abrió la puerta a la inversión extranjera, aunque ella no llegó en grandes proporciones. Chile se retiró del Pacto andino, para tener mayor libertad de acción, y rebajó las tarifas aduaneras para practicar una política más liberal en su comercio exterior. Todas estas medidas eran un cambio importante en relación a los últimos 40 años, durante los cuales el Estado había jugado un papel tan importante como la empresa privada.
Hasta 1981, la dictadura casi no tuvo opositores, y pareció tener éxito con su política económica. Pero en 1982 estalló una severa crisis, que persistió hasta 1985, y que llevó la tasa de cesantía a más del 20%. Esa situación dio ánimo a los opositores, que organizaron manifestaciones masivas contra la dictadura, que se hacían todos los meses, de marzo a noviembre. Pinochet hizo algunas concesiones, permitiendo el regreso de varios exiliados y la aparición de algunas revistas de oposición. Comenzó el largo y difícil camino hacia la “transición hacia la democracia”. Este proceso fue apoyado por la mayor parte de la iglesia católica, cuyo principal dirigente, el cardenal Raúl SilvaHenríquez, criticó abiertamente los excesos del régimen. Desde los años 1980, hubo también presiones de Estados Unidos en favor de un cambio de gobierno, ya que Washington cambió su política hacia las dictaduras.
La transición chilena fue compleja y costosa en vidas humanas. Durante los cinco años de protestas (de 1982 a 1986) los opositores debieron enfrentar una represión que provocó un centenar de muertos y muchos heridos. Entre 1985 y 1986 se pensó que la dictadura podía caer, y uno de los partidos opositores, el PC, organizó un grupo armado que intentó matar a Pinochet. Tras el fracaso del atentado, el grueso de la oposición, dirigida por demócrata cristianos, socialistas y radicales, se concentró en una salida a través de medios institucionales, lo que se obtuvo a través del plebiscito de octubre de 1988. Esta consulta fue una derrota para Pinochet, quien perdió el derecho de continuar en el poder y abrió el camino a las elecciones de diciembre de 1989, donde el demócrata cristiano Patricio Aylwin fue elegido presidente. Pero los militares se retiraron habiendo impuesto una serie de leyes que jugarían en su favor e impedirían un cabal regreso a la democracia.
De 1990 hasta hoy
En marzo de 1990 el general Pinochet, de acuerdo a los resultados de la elección realizada tres meses antes, entregó el mando supremo del país a Patricio Aylwin, el candidato vencedor, que representaba a la Concertación, la coalición de partidos que se había opuesto a la dictadura militar en sus últimos años. Esa alianza estaba compuesta por el PS y la DC, los antiguos rivales durante la UP, y también por un nuevo partido, el PPD (Partido por la democracia), los radicales y los socialdemócratas. El PC, el antiguo aliado de los socialistas, quedó aislado y obtiene bajos porcentajes en las elecciones.. Esta alianza ha tenido éxito, al ganar todas las elecciones, tanto presidenciales como parlamentarias, desde 1989 hasta hoy. Después del gobierno de Aylwin (de 1990 a 1994), el poder pasó a manos del demócratacristiano Eduardo Frei (hijo del anterior), quien gobernó desde 1994 a 2000, y últimamente, al socialista Ricardo Lagos, vencedor en la última elección, cuyo mandato llega hasta marzo del 2006.
La “Concertación” ha tenido éxitos en el plano económico, ya que durante la década de 1990 el PNB del país creció a un promedio de 6% anual, el mejor resultado de un país latinoamericano, y uno de los más sobresalientes del mundo. La estrategia ha sido muy semejante a la heredada de la dictadura, ya que las exportaciones siguen siendo el motor de la economía. Chile ha pasado a participar en varios mercados regionales: es miembro asociado del Mercosur, participa en las reuniones de la APEC (Asociación de Asia-Pacífico), apoya con entusiasmo el proyecto de ALCA (integración de las Américas), ha firmado tratados de libre cambio con Canadá y desde mayo de 2002, con la Unión europea. La empresa privada, tanto nacional como extranjera, continúan dirigiendo las principales actividades. Su esfera se ha ampliado, ya que la Concertación ha seguido privatizando servicios, como el agua potable y la construcción de carreteras. Han llegado muchos capitales extranjeros, de EE.UU., Canadá y España, sobre todo a las minas y a los servicios. La cesantía alcanzó un nadir de 5,5%, en 1997. Sin embargo, pese a esta prosperidad, que ha hecho aumentar el ingreso anual de los chilenos, que pasó de 2,000 dólares p.c. a 5,000, el crecimiento ha disminuído bastante desde 2001, la cesantía ha aumentado, alcanzando cerca del 10% en los dos últimos años, y se mantienen graves desigualdades en la distribución del ingreso.
El nuevo régimen ha significado también el restablecimiento de las libertades fundamentales (prensa, reunión, etc.). Sin embargo, la democratización es incompleta. Sigue vigente la Constitución de 1980, aprobada en condiciones inaceptables, y continúan las instituciones impuestas por Pinochet antes de entregar el mando a los civiles: los senadores designados (entre ellos, cuatro militares), los senadores vitalicios (Pinochet es uno de ellos) y un sistema electoral poco representativo. Ha habido poco avances en materia de derechos humanos. En 1991 se dio a conocer el informe Rettig, que identificaba a las víctimas de la dictadura, pero no a los responsables de los crímenes, y la ley de autoamnistía, de 1978, sigue en vigencia. En 2000, Pinochet perdió su fuero o inmunidad parlamentaria, debiendo enfrentar un juicio por su responsabilidad en varias de las matanzas cometidas bajo su gobierno, pero el juicio quedó detenido por razones de salud. Además, ese proceso comenzó gracias al arrestodel antiguo dictador en 1998 en Londres, por la iniciativa del juez español Baltazar Garzón. Al mismo tiempo, gracias a ese nuevo contexto, se enjuiciaron y condenaron a algunos oficiales culpables de otros crímenes (cometidos después de 1978), y en 2001 los militares se vieron obligados a reconocer que muchas personas habían sido muertas y desaparecidas, a veces lanzadas al mar, aunque sin identificar a los responsables de esos crímenes.
En parte, esta situación se debe a que los antiguos partidarios de la dictadura mantienen un peso político importante, ya que los partidos de la derecha, que han adoptado nuevos nombres (Renovación nacional y Unión Democrática independiente) mantienen una votación elevada y constituyen una oposición numerosa en el congreso, impidiendo la aprobación de leyes que reformarían la Constitución, que requieren más que una mayoría simple. Sin embargo, la Concertación ha insistido poco en esas reformas, prefiriendo dedicarse a estimular el crecimiento económico y destacando la necesidad de alcanzar la reconciliación nacional, para borrar la herencia de la dictadura.
En el plano social, el país ha cambiado. Los resultados preliminares del censo de población de 2002 indican que el crecimiento demográfico se ha frenado considerablemente, y que Chile está hoy entre los países de más baja natalidad de América latina, junto a Cuba y Uruguay. La población supera ligeramente los 15 millones de habitantes, y es urbana en casi 90%. Se calcula que cerca de un millón de chilenos viven fuera del país (de ellos, 30 000 residen en Canadá); a aquellos que salieron bajo la dictadura, y que han regresado sólo en parte, se han añadido otros, que siguen saliendo por razones de trabajo. La relativa prosperidad chilena atrae a gente de países vecinos: hay alrededor de 50 000 peruanos viviendo en Chile, muchos de ellos ilegalmente, y también varios miles de profesionales ecuatorianos, argentinos y cubanos. Pese a la gran apertura internacional que el país ha vivido, las mentalidades siguen siendo más bien conservadoras: Chile es el único país occidental donde aún no se aprueba una ley de divorcio, cuyo proyecto está en debate hace años en el Parlamento
Historia de El Salvador
Durante varias décadas, el país conoció una sucesión de conflictos entre liberales y conservadores. El cultivo del café tuvo su pleno desarrollo en los años '50 y se volvió la base de la economía de El Salvador.
La crisis de 1929, responsable de la caida de los precios del café, exacerbó las tensiones sociales. En 1931, un levantamiento paisano, en el oeste del país, fue reprimido violentamente (30.000 muertos) por el general Maximiliano Hernández Martínez, dictador del país hasta 1944. Los militares continuaron dirigiendo El Salvador hasta comienzos de los años '80.
En 1979, un golpe de estado dirigido por una junta compuesta de militares y civiles permitió a Duarte acceder a la cabeza del Estado el año siguiente (fue elegido presidente en mayo de 1994), sin que cesaran por tanto los combates entre los guerrilleros del FFMLN y el ejército salvadoreño, sostenido financieramente en lo sucesivo por los Estados Unidos. La guerra civil, simbolizada por el asesinato, en su catedral, de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y defensor de los paisanos (marzo de 1980), dejó 100.000 muertos en diez años y paralizó la economía del país.
Las negociaciones de paz entre el gobierno y el FFMLN, entabladas por Duarte, se prosiguieron después de la elección, en 1989, del candidato del Arena, Alfredo Cristiani. Las dos partes aceptaron la mediación de las Naciones Unidas y, después de largos meses de negociaciones difíciles, firmaron acuerdos de paz bajo el arbitrio de la ONU en enero de 1992 (tratado de Chapultepec). El fin de la guerra fue proclamado oficialmente en diciembre de 1992.
En virtud de los acuerdos de paz, las fuerzas rebeldes aceptaron deponer las armas y tomar parte en el proceso político; se reunieron en una coalición de partidos bautizada Convergencia democrática. La transición hacia una reconciliación nacional y la democracia tuvo tropiezos a lo largo de todo el año 1993, pero tuvieron lugar las elecciones como estaba previsto en abril de 1994. Armando Calderón Sol, dirigente del Arena, fue entonces elegido al frente del Estado.
La crisis de 1929, responsable de la caida de los precios del café, exacerbó las tensiones sociales. En 1931, un levantamiento paisano, en el oeste del país, fue reprimido violentamente (30.000 muertos) por el general Maximiliano Hernández Martínez, dictador del país hasta 1944. Los militares continuaron dirigiendo El Salvador hasta comienzos de los años '80.
En 1979, un golpe de estado dirigido por una junta compuesta de militares y civiles permitió a Duarte acceder a la cabeza del Estado el año siguiente (fue elegido presidente en mayo de 1994), sin que cesaran por tanto los combates entre los guerrilleros del FFMLN y el ejército salvadoreño, sostenido financieramente en lo sucesivo por los Estados Unidos. La guerra civil, simbolizada por el asesinato, en su catedral, de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y defensor de los paisanos (marzo de 1980), dejó 100.000 muertos en diez años y paralizó la economía del país.
Las negociaciones de paz entre el gobierno y el FFMLN, entabladas por Duarte, se prosiguieron después de la elección, en 1989, del candidato del Arena, Alfredo Cristiani. Las dos partes aceptaron la mediación de las Naciones Unidas y, después de largos meses de negociaciones difíciles, firmaron acuerdos de paz bajo el arbitrio de la ONU en enero de 1992 (tratado de Chapultepec). El fin de la guerra fue proclamado oficialmente en diciembre de 1992.
En virtud de los acuerdos de paz, las fuerzas rebeldes aceptaron deponer las armas y tomar parte en el proceso político; se reunieron en una coalición de partidos bautizada Convergencia democrática. La transición hacia una reconciliación nacional y la democracia tuvo tropiezos a lo largo de todo el año 1993, pero tuvieron lugar las elecciones como estaba previsto en abril de 1994. Armando Calderón Sol, dirigente del Arena, fue entonces elegido al frente del Estado.
Historia de El Salvador
Durante varias décadas, el país conoció una sucesión de conflictos entre liberales y conservadores. El cultivo del café tuvo su pleno desarrollo en los años '50 y se volvió la base de la economía de El Salvador.
La crisis de 1929, responsable de la caida de los precios del café, exacerbó las tensiones sociales. En 1931, un levantamiento paisano, en el oeste del país, fue reprimido violentamente (30.000 muertos) por el general Maximiliano Hernández Martínez, dictador del país hasta 1944. Los militares continuaron dirigiendo El Salvador hasta comienzos de los años '80.
En 1979, un golpe de estado dirigido por una junta compuesta de militares y civiles permitió a Duarte acceder a la cabeza del Estado el año siguiente (fue elegido presidente en mayo de 1994), sin que cesaran por tanto los combates entre los guerrilleros del FFMLN y el ejército salvadoreño, sostenido financieramente en lo sucesivo por los Estados Unidos. La guerra civil, simbolizada por el asesinato, en su catedral, de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y defensor de los paisanos (marzo de 1980), dejó 100.000 muertos en diez años y paralizó la economía del país.
Las negociaciones de paz entre el gobierno y el FFMLN, entabladas por Duarte, se prosiguieron después de la elección, en 1989, del candidato del Arena, Alfredo Cristiani. Las dos partes aceptaron la mediación de las Naciones Unidas y, después de largos meses de negociaciones difíciles, firmaron acuerdos de paz bajo el arbitrio de la ONU en enero de 1992 (tratado de Chapultepec). El fin de la guerra fue proclamado oficialmente en diciembre de 1992.
En virtud de los acuerdos de paz, las fuerzas rebeldes aceptaron deponer las armas y tomar parte en el proceso político; se reunieron en una coalición de partidos bautizada Convergencia democrática. La transición hacia una reconciliación nacional y la democracia tuvo tropiezos a lo largo de todo el año 1993, pero tuvieron lugar las elecciones como estaba previsto en abril de 1994. Armando Calderón Sol, dirigente del Arena, fue entonces elegido al frente del Estado.
La crisis de 1929, responsable de la caida de los precios del café, exacerbó las tensiones sociales. En 1931, un levantamiento paisano, en el oeste del país, fue reprimido violentamente (30.000 muertos) por el general Maximiliano Hernández Martínez, dictador del país hasta 1944. Los militares continuaron dirigiendo El Salvador hasta comienzos de los años '80.
En 1979, un golpe de estado dirigido por una junta compuesta de militares y civiles permitió a Duarte acceder a la cabeza del Estado el año siguiente (fue elegido presidente en mayo de 1994), sin que cesaran por tanto los combates entre los guerrilleros del FFMLN y el ejército salvadoreño, sostenido financieramente en lo sucesivo por los Estados Unidos. La guerra civil, simbolizada por el asesinato, en su catedral, de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y defensor de los paisanos (marzo de 1980), dejó 100.000 muertos en diez años y paralizó la economía del país.
Las negociaciones de paz entre el gobierno y el FFMLN, entabladas por Duarte, se prosiguieron después de la elección, en 1989, del candidato del Arena, Alfredo Cristiani. Las dos partes aceptaron la mediación de las Naciones Unidas y, después de largos meses de negociaciones difíciles, firmaron acuerdos de paz bajo el arbitrio de la ONU en enero de 1992 (tratado de Chapultepec). El fin de la guerra fue proclamado oficialmente en diciembre de 1992.
En virtud de los acuerdos de paz, las fuerzas rebeldes aceptaron deponer las armas y tomar parte en el proceso político; se reunieron en una coalición de partidos bautizada Convergencia democrática. La transición hacia una reconciliación nacional y la democracia tuvo tropiezos a lo largo de todo el año 1993, pero tuvieron lugar las elecciones como estaba previsto en abril de 1994. Armando Calderón Sol, dirigente del Arena, fue entonces elegido al frente del Estado.
Historia de Guyana

La Guyana se dotó de una Constitución en 1928, pero esperó hasta 1966 para obtener su independencia. En este proceso de independencia, el hombre que jugó un rol esencial, Cheddi Jagan, era de origen indio. En 1950, fundó el People's Progressive Party o Partido Progresista Popular (PPP), y devino Primer Ministro en 1953. Sin embargo, la Gran Bretaña, inquieta por un posible golpe de estado comunista, suspendió la Constitución liberal. Hubo que esperar entonces hasta 1957 para que nuevas elecciones llevaran al poder a Jagan, cuyo partido había tenido dificultades. En efecto, se había escindido en dos y un nuevo partido, el PNC, People National Congress, conducido por Forbes Burnham, había nacido. Si Jagan aparecía como el representante de los indios, Burnham era el de la minoría africana. Finalmente, un tercer partido apareció, el movimiento blanco de la United Force, dirigido por Peter d'Agniar.
En 1962, Jagan puso en marcha un programa de austeridad económica que provocó violentas revueltas y una huelga general. Las tropas británicas fueron llamadas a restablecer el orden, en febrero de 1962, luego en 1963. Los desórdenes tomaron un caracter racial. Cuando la calma fue restablecida, el país se encontraba al borde del caos económico.
En un clima de guerra civil, el gobierno británico encargó entonces a Forbes Burnham formar un gobierno de coalición. El 26 de mayo de 1966, la Guyana devino una nación independiente. Integró la ONU en 1966 y el Caribbean Free Trade Area (CARIFTA), futura Caricom, en 1968. El 23 de febrero de 1970, el país devino la "República cooperativa" de Guyana y Arthur Chung llegó a la presidencia.
El PNC ganó las elecciones en 1973 y en 1980, pero el PPP discutió los resultados. Burnham fue entonces reconducido al poder, primero como Primer Ministro después como presidente. Burnham orientó progresivamente su gobierno hacia un régimen autoritario. No logró asentar las bases de un desarrollo económico satisfactorio. El país se endeudó pesadamente y permanece aún dependiente de capitales extranjeros. Además, la inflación y el desempleo siguen siendo siempre elevados.
Burnham gobernó hasta su muerte en 1985, y Desmond Hoyte le sucedió. Quedó en el puesto hasta octubre de 1992. Este año, elecciones supervisadas por observadores extranjeros llevaron de nuevo a Jagan y su partido al poder. Bajo su mandato, Guyana intentó atraer inversores extranjeros a fin de favorecer el despegue económico.
Historia de la Guayana Francesa

El territorio de la Guayana fue reconocido a comienzos del siglo XVII, y la ciudad de Cayena, fundada en 1637. La Guayana fue disputada por Holanda y Francia, pero fueron los franceses quienes establecieron finalmente una colonización duradera. Las rivalidades franco-inglesas hicieron pasar la Guayana bajo la dependencia de Inglaterra, que después de haberse apoderado del territorio, lo cedió finalmente a Holanda por el Tratado de Breda en 1667. El almirante francés d'Estrée reconquistó para Francia el territorio.
En el siglo siguiente, Francia intentó desarrollar la economía de la Guayana, pero estos diferentes intentos fracasaron en razón particularmente de las dificultades climáticas, y el relativo desarrollo económico fue posible recurriendo a la esclavitud.
A partir de 1794, y hasta 1805, la Guayana devino un lugar de deportación para los opositores políticos de los diferentes regímenes que se sucedieron en Francia. En 1804, el restablecimiento de la esclavitud provocó la huida de una parte de la población negra, privando así de mano de obra a la economía guayanesa, afectada, por otra parte, por las dificultades de Francia.
En 1809, las fuerzas portuguesas, provenientes del vecino Brasil, anexaron la Guayana, en represalia por la invasión francesa a Portugal, dirigida por Napoléon I. Portugal mantuvo su soberanía sobre la Guayana hasta 1814, fecha de su regreso a Francia, luego de la primera abdicación de Napoléon I. Un breve período de estabilidad llegó entonces para la colonia que, a pesar de las disputas de frontera con Brasil, tuvo un lento desarrollo económico gracias a la esclavitud en las plantaciones agrícolas. Esta relativa prosperidad se terminó, en 1848, con la abolición definitiva de la esclavitud.
En parte para suplir las dificultades económicas, en 1852, la Guayana fue elegida por Francia para establecer una colonia penitenciaria, con los presidios de Saint-Laurent-du-Maroni, de Cayena y de la Isla del Diablo. No fue sino hasta 1938 que fueron abolidas del derecho penal francés todas las penas de trabajos forzados.
En 1940, la Guayana se declaró en favor del mariscal Pétain y no se unió a las Fuerzas francesas libres sino hasta marzo de 1943. Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la colonia penitenciaria fue definitivamente cerrada y, en 1946, la Guayana recibió el estatuto de departamento de ultramar.
La instalación, en 1968, del centro de lanzamiento de Kourou para la Agencia Espacial Europea estimuló la economía local que se benefició también, a partir de 1983, con las repercusiones del programa Arianne.
Historia de Haití

Hasta 1910, el país, gobernado exclusivamente por los mulatos, tuvo un período de relativa prosperidad. Los Estados Unidos, ya presentes en la República Dominicana, comenzaron entonces a interesarse en esta isla prometedora y ocuparon militarmente Haití el 28 de julio de 1915. Permanecieron ahí hasta 1934.
Bajo la ocupación norteamericana, Haití volvió temporariamente a la estabilidad, pero al precio de revueltas sociales que favorecerían la llegada al poder de los militares. Washington puso en marcha un gobierno sometido a su voluntad y se comprometió en contrapartida a proveer al país una asistencia política y económica.
En 1918, los norteamericanos reprimieron sangrientamente una revuelta paisana (más de 15.000 muertos). La hostilidad de la población con respecto a los ocupantes creció, y condujo finalmente, en agosto de 1934, a la partida de los norteamericanos. Haití, sin embargo, no había terminado con la influencia norteamericana. El fin de la ocupación, sumado a las consecuencias de la crisis económica mundial, engendró el retorno a la inestabilidad, y alentó ciertas ideas dictatoriales.
Llegado al poder por un golpe de estado en agosto de 1945, Dumarsais Estimé fue derrocado en noviembre de 1949 por una junta militar. El poder quedó en manos del ejército hasta septiembre de 1957, fecha en la cual François Duvalier (llamado "Papa Doc"), un antiguo miembro del gobierno de Estimé, fue elegido presidente.
Electo con el apoyo de los negros, que veían en él la forma de luchar contra las élites mulatas, Duvalier impuso de golpe una política extremadamente represiva (prohibición de los partidos de la oposición, instauración del estado de sitio, el 2 de mayo de 1958) y recibió del Parlamento la autorización de gobernar por decretos (31 de julio de 1958). El régimen Duvalier se apoyaba en una milicia paramilitar, los Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN), apodados los "tontons macoutes", que sembraron el terror en las filas de la oposición y lograron sofocar toda resistencia. Duvalier pronunció la disolución del Parlamento el 8 de abril de 1961 y los Estados Unidos suspendieron su ayuda como signo de desaprobación.
Frente a la oposición de una parte del ejército (un complot militar fue frustrado el 19 de abril de 1963) y de exiliados haitianos, que intentaron varias veces desde la República Dominicana provocar un levantamiento popular, Duvalier reforzó la represión. En 1964, se proclamó presidente vitalicio e impulsó, con los tontons macoutes, una campaña sangrienta contra los opositores (2000 ejecuciones en 1967).
Duvalier no dejó nada librado al azar: en enero de 1971, la Asamblea Nacional enmendó la Constitución para permitirle designar a su hijo, Jean-Claude, como sucesor. A la muerte del dictador, el 21 de abril de 1971, Jean-Claude Duvalier accedió a la presidencia de la República. Tenía 19 años (de allí su apodo de "Baby Doc"). Comenzó por aplicar palabra por palabra la política de su padre, antes de iniciar una tímida liberalización del régimen.
La represión y la extrema pobreza en la cual el régimen mantenía a la población provocaron, a partir de fines de los años '70, el éxodo de la población haitiana, hacia la Florida y las Bahamas particularmente. En 1986, un levantamiento popular derrocó a Jean-Claude Duvalier, que partió a refugiarse en el sur de Francia.
El fin de la era Duvalier no significó, sin embargo, el fin de la dictadura. Inmediatamente después de su partida, una junta militar dirigida por el general Henri Namphy se instaló en el poder. La elección de Leslie Manigat para la presidencia de la República, en 1988, no fue más que un paréntesis antes de un nuevo golpe de estado militar del general Namphy (junio),reemplazado el mismo en septiembre por el general Prosper Avril. En el poder hasta 1990, debió hacer frente a nuevas revueltas. Su renuncia abrió el camino a elecciones bajo control internacional y a una aparente normalización de la vida política.
Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote católico que se había hecho abogado de los pobres, obtuvo una brillante victoria en diciembre de 1990. Su llegada a la presidencia de la República devolvió la esperanza al pueblo haitiano pero, en septiembre de 1991, fue derrocado por un golpe de estado militar y partió a refugiarse en los Estados Unidos. En cuanto a los miles de balseros haitianos que intentaban llegar a los Estados Unidos, la mayor parte fueron rechazados por los guardacostas norteamericanos. La Organización de los Estados Americanos (OEA), luego la Organización de las Naciones Unidas (ONU), decretaron sanciones contra el nuevo régimen militar del general Raoul Cédras. El país fue sometido a un bloqueo económico a partir de 1993. La situación alimentaria y sanitaria se degradaba, y las negociaciones por el retorno de Aristide se hacían eternas.
Finalmente, los Estados Unidos decidieron una intervención militar. Las tropas norteamericanas desembarcaron en Haití el 19 de septiembre de 1994. La junta militar debió dejar el poder y el presidente Aristide fue restablecido en sus funciones en octubre de 1994. Su mandato, sin embargo, llegaba a su fin y la Constitución no lo autorizaba a pretender un segundo. Elegido en diciembre de 1995, el antes Primer Ministro René Préval asumió sus funciones en febrero de 1996.
Historia de Honduras

A fines del siglo XIX y comienzos del XX, el estado fue dominado por dictadores liberales, como Marcos A. Soto, en 1876.
En el transcurso del siglo XX, la importancia creciente de las plantaciones de bananeros pusieron al país bajo la dominación de las compañías fruteras norteamericanas, tales como United, Standard y Cuyamel. La United Fruit Company compró Cuyamel, en 1929, e hizo de Honduras una "república bananera". Aún cuando ellas contribuyeron poco al desarrollo general del país, las compañías fruteras le dieron un producto de exportación mayor, desarrollaron las zonas portuarias del Caribe e hicieron, indirectamente, de San Pedro Sula, una zona de población importante.
En 1933, Tiburcio Carías Andino, sostenido por la United Fruit Company, llegó al poder y ejerció una dictadura enérgica hasta 1948. Juan Manuel Gálvez le sucedió y emprendió la modernización del país. Su política engendró una huelga general de los obreros de las plantaciones bananeras, en 1954. Esta huelga marcó la decadencia de la influencia de la United Fruit. Fue bajo la presidencia de Gálvez que Honduras adhirió a la Organización de los Estados de América Central.
En 1954, un régimen democrático fue puesto en marcha y el liberal Ramón Villeda Morales llegó a la presidencia de la República. Hizo adherir al país al Mercado Común Centro-Americano (MCCA) y lanzó programas en favor de una reforma agraria y de la educación. En 1963, su discutida política, asociada a la aprehensión provocada por la suba del comunismo en Cuba, desembocó en un golpe de estado, conducido por el coronel Osvaldo López Arellano.
A fines de los años '70 y en los años '80, el problema central de Honduras fue la inestabilidad política que reinaba en los paises vecinos. En 1980, Paz García firmó entonces un tratado de paz con El Salvador.
En las elecciones de noviembre de 1981, el candidato del Partido liberal, Roberto Suazo Córdova, consigue la presidencia, marcando el retorno de los civiles al poder. Los militares, sin embargo, guardaron una influencia considerable. Honduras se volvió una base para los guerilleros que luchaban contra el gobierno de Nicaragua, y los Estados Unidos emprendieron entonces una serie de ejercicios militares, a fin de ejercer una presión suplementaria sobre el gobierno sandinista.
En 1985, José Simón Azcona Hoyo fue elegido presidente. Fue reemplazado por Rafael Leonardo Callejas, en 1989. Su gobierno estuvo colmado de huelgas, mientras que trataba de hacer lo posible con una situación económica desastrosa.
En 1993, Carlos Roberto Reina obtuvo la elección presidencial frente a Callejas. Reina entró en el camino de las reformas económicas y las medidas de austeridad.
Historia de México

México debió sufrir la dictadura de Porfirio Díaz hasta 1911, con una sola interrupción entre 1880 y 1884. En 1908, Díaz anunció que aceptaba la presencia de un candidato de la oposición en las elecciones de 1910: los liberales eligieron a Francisco Indalecio Madero, quien fue el líder de la revolución popular después de la reelección de Díaz en 1910. Éste debió renunciar en 1911 y dejó definitivamente el país.
Madero, elegido presidente en 1911, no pudo poner fin a las turbulencias políticas y militares que agitaban el país. Otros rebeldes, entre ellos Emiliano Zapata y Pancho Villa, rehusaron totalmente someterse a su autoridad. En 1913, Victoriano Huerta, jefe del ejército de Madero, conspiró con los jefes rebeldes, se apoderó de México, tomó el poder e hizo asesinar a Madero. Nuevas revueltas armadas, bajo la dirección de Zapata, Villa y Venustiano Carranza, estallaron y Huerta huyó en 1914. Carranza tomó el poder el mismo año y Villa le declaró inmediatamente la guerra. En agosto de 1915, una comisión representando ocho países latinoamericanos y los Estados Unidos reconoció a Carranza como la autoridad legal de México. Los jefes rebeldes, a excepción de Villa, bajaron las armas. Zapata fue asesinado en 1919, y Villa prosiguió sus revueltas hasta 1920.
En 1920, tres generales, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de La Huerta, se rebelaron contra el presidente. Carranza fue asesinado y Obregón accedió al poder.
En 1923, los Estados Unidos aportaron su apoyo al régimen de Obregón durante una revuelta abortada llevada a cabo por Adolfo de La Huerta. En 1924, Calles fue elegido presidente y comenzó a poner en marcha reformas constitucionales, principalmente agrarias mientras que sus reformas religiosas encontraron una fuerte oposición.
Reelegido presidente en 1928, Obregón fue asesinado varios meses más tarde por un fanático religioso. En 1932, bajo la presidencia de Abelardo L. Rodríguez, el Partido Nacional Revolucionario (actual PRI), el partido oficial del gobierno, estableció un programa de seis años para "un sistema económico cooperativo inclinado hacia el socialismo" que preveía la toma de los campos petrolíferos pertenecientes a los extranjeros.
El programa del PNR fue puesto en marcha en 1934 con la elección de Lázaro Cárdenas, quien puso el acento sobre las reformas agrarias, la protección social y la educación.
En 1938, el gobierno mexicano expropió los bienes de las compañías petroleras extranjeras y creó la Pemex para administrar la industria nacionalizada.
En junio de 1945, México fue oficialmente miembro de la ONU. En 1946, Miguel Alemán Valdés sucedió a Ávila en la presidencia. Continuó manteniendo relaciones estrechas con los Estados Unidos.
El partido del gobierno, rebautizado Partido Revolucionario Institucional (PRI), obtuvo una gran victoria en las elecciones legislativas del 3 de julio de 1949.
Adolfo Ruiz Cortines, candidato del PRI, fue elegido presidente en 1952, y Adolfo López Mateos le sucedió en 1958.
En 1966, el presidente Díaz Ordaz anunció un plan de desarrollo y de planificación económica de cinco años. Dos años más tarde, el gobierno debió hacer frente a manifestaciones estudiantiles violentas que amenazaron la organización de los Juegos Olímpicos de México en octubre de 1968, y que fueron reprimidas en forma sangrienta. La agitación prosiguió en los años '70.
En 1970, Luis Echeverría Álvarez, candidato del PRI, fue presidente; prosiguió una estrategia más equilibrada de crecimiento económico e introdujo medidas destinadas a reducir el control de la economía por los extranjeros y a aumentar las exportaciones. Este mismo año, el descubrimiento de grandes reservas de petróleo bruto en los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco y Veracruz representó una fuente de desarrollo económico potencial.
El candidato del PRI, José López Portillo, fue elegido para la presidencia en 1976. Persiguió una política de austeridad económica llamando a los trabajadores a moderar sus reivindicaciones salariales y a los patrones a mantener precios bajos y a aumentar sus inversiones.
En 1982, Miguel de la Madrid Hurtado fue elegido y sucedió al presidente López Portillo. A mediados de los '80, el aumento rápido de la deuda externa y la baja del precio del petróleo hundieron al país en graves problemas financieros. En un clima de irregularidad, el PRI se declaró vencedor de las elecciones parlamentarias de 1985. Este mismo año, un terremoto desvastador (más de 7000 víctimas) no hizo más que agravar la situación financiera del país.
Carlos Salinas de Gortari, candidato del PRI, fue elegido en 1988, a pesar de las acusaciones de fraudes electorales. El mismo año, el huracán Gilbert desvastó la península de Yucatán; el monto de las pérdidas fue estimado en 880 millones de dólares.
En 1989, el gobierno de Salinas aceleró la privatización de las empresas nacionalizadas y tomó medidas para incitar a los extranjeros a invertir permitiéndoles controlar enteramente las empresas. En diciembre de 1992, Salinas, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, y el Primer Ministro Canadiense Brian Mulroney firmaron el NAFTA, North American Free Trade Agreement (Acuerdo de libre comercio norteamericano, o Alena). El Parlamento mexicano ratificó el acuerdo en 1993 y el tratado tuvo vigencia el 1 de enero de 1994, creando así la más grande zona de libre comercio del mundo.
El 1 de enero de 1994, un grupo de indios, llamado el ejército de liberación nacional zapatista, se apoderó de cuatro ciudades en el estado del sur, Chiapas, y exigió reformas. Aunque las tropas mexicanas retomaron rápidamente una gran parte del territorio ocupado por los rebeldes, y que un llamado al cese del fuego haya sido lanzado poco tiempo después, el grupo rebelde dio nacimiento a un movimiento por la reforma política en México.
El presidente Zedillo (PRI), elegido en agosto de 1994, debió casi inmediatamente hacer frente a la más grave crisis financiera y monetaria que haya conocido México, engendrada por un déficit de alrededor de 30 mil millones de dólares. Un programa de ayuda internacional fue concebido bajo la dirección del presidente americano Clinton, y Zedillo anunció la puesta en marcha de medidas de austeridad y la privatización de los bienes del estado.
Al mismo tiempo, la revuelta de Chiapas proseguía bajo la dirección del carismático "Subcomandante Marcos", nombre de guerra de Rafael Sebástian Guillén Vicente. Marcos hizo conocer su causa en el mundo entero siendo el primer jefe guerrillero en publicar sus declaraciones vía Internet. La revuelta se apoyaba sobre el deseo de los paisanos mexicanos de obtener las tierras prometidas cuando la Revolución mexicana, que no habían recibido jamás (Emiliano Zapata). No habían obtenido particularmente ningún beneficio del desmantelamiento de las grandes propiedades y no habían llegado a hacer valer sus derechos.
El conflicto se intensificó entre los Zapatistas y el gobierno a comienzos de 1995: en diciembre de 1994, los Zapatistas ocuparon 38 municipalidades fuera de la línea de cese del fuego establecida anteriormente. El gobierno, habiendo perdido la confianza de la comunidad económica mundial, sintió la necesidad de establecer de nuevo su autoridad lanzando una operación militar que retomó el control de varias municipalidades ocupadas y rechazó a los guerrilleros. Sin embargo, el ejército no llegó a apoderarse de los dirigentes del movimiento y el conflicto prosigue.
Las elecciones presidenciales y legislativas del 2 de julio del 2000.
Vicente Fox Quesada, miembro del PAN (Partido Acción Nacional), venció en las elecciones presidenciales y llegó a ser el primer presidente que no perteneciera al PRI (Partido de la Revolucion Institucional) desde hacía más de 70 años.
En 2003, la situación económica siguió siendo preocupante: pobreza sobre todo entre los indígenas y en los estados del sur, desempleo, debilidad del sistema de salud pública.
El lunes 29 de marzo de 2004, México firmó el Tratado de no proliferación de armas nucleares y se comprometió a autorizar inspecciones de la Agencia Internacional de energía atómica. México es así el país número 81 en adherir a este pacto.
Historia de Nicaragua

Los liberales retomaron el poder en 1893 pero, en 1909, un golpe de estado sostenido por los Estados Unidos dio el poder a los conservadores. A partir de 1912, Nicaragua cayó bajo la dependencia de Estados Unidos quienes instalaron sus tropas. Su retirada en 1933 dejó el país a merced del general Anastasio Somoza García, apoyado por la guardia nacional.
En 1934, Augusto César Sandino, jefe de los guerrilleros que habían combatido la presencia norteamericana, fue asesinado mientras participaba de negociaciones por la paz. Somoza se autoproclamó presidente en 1936 e impuso al país su dictadura hasta su asesinato en 1956. Sus hijos le sucedieron, Luis hasta 1963 y Anastasio de 1967 à 1969, año en que fue derrocado. El desvío de los fondos de sostén enviados después del terremoto que destruyó Managua y provocó la muerte de al menos cinco mil personas en 1972 alimentó un fuerte sentimiento de hostilidad respecto al clan Somoza y contribuyó al ascenso del Frente Sandinista de Liberación Nacional, nombrado así en homenaje a César Sandino.
Después del asesinato en 1978 del director del principal diario de oposición, Pedro Joaquín Chamorro, las revueltas estallaron. Los sandinistas tomaron por asalto el Palacio Nacional de Managua y siguió una guerra civil. En julio de 1979, después de varios meses de combates que habrían provocado la muerte de cincuenta mil personas, Anastasio Somoza se vio obligado a dejar el país.
Los sandinistas pusieron en marcha un programa económico de inspiración socialista comprendiendo en particular nacionalizaciones y reformas agrarias. La Constitución de 1974 fue suspendida. Inquietos por ver a los sandinistas ayudar a los rebeldes marxistas de El Salvador, el gobierno norteamericano interrumpió su ayuda económica a Nicaragua en 1981 y financió la oposición de los contras, después impuso al país un embargo comercial, penalizando severamente la economía.
Gracias a negociaciones, entabladas bajo el arbitraje del presidente costarricense Óscar Arias Sánchez en 1987 entre sandinistes y contras, el gobierno sandinista, dirigido desde 1985 por Daniel Ortega, consintió en organizar elecciones libres en 1990 en contrapartida al desarme de los contras.
Ortega fue vencido por Violeta Barrios de Chamorro, viuda del director del diario asesinado en 1978, candidata apoyada por una coalición conservadora, la Unión Nacional de la Oposición (UNO), pero también por los Estados Unidos quienes se comprometieron a poner término a su embargo y aportar su ayuda al país.
Sin embargo, a pesar de la elección democrática de Violeta Chamorro, las rivalidades entre bandas armadas constituidas por antiguos sandinistas y antiguos contras contribuyeron a mantener un clima de inseguridad. Además, la situación económica permanecía muy precaria, y el gobierno debió hacer frente constantemente a movimientos de huelga.
En octubre de 1996, el representante de la derecha liberal, Arnoldo Alemán, fue elegido presidente de la república contra Daniel Ortega. Según los términos de la Constitución, la presidente saliente, Violeta Chamorro, no podía ambicionar un nuevo mandato.
Historia de Panamá

En 1903, Colombia rehusó a los Estados Unidos el derecho de acabar el canal. En reacción, los Estados Unidos incitaron a Panamá a sublevarse. El 3 de noviembre de ese mismo año, Colombia debió entonces consentir la creación de la República de Panamá. Tropas norteamericanas fueron enviadas para sostener al nuevo gobierno panameño y, desde el 18 de noviembre, los derechos del canal fueron vendidos a los Estados Unidos.
El canal fue acabado en 1914, y devino un pasaje obligado para los buques que navegaban entre los océanos Atlántico y Pacífico, evitándoles el largo, y a menudo peligroso, viaje alrededor del Cabo de Hornos, en el extremo de América del Sur. Los Estados Unidos controlaban el canal, y la mayoría de los puestos de dirección fueron confiados a ciudadanos norteamericanos.
Desde la independencia, adquirida en 1903, la vida política de Panamá ha tenido sobresaltos, habiendo mucho en juego en las relaciones a menudo tensas con el vecino norteamericano.
En 1968, a continuación de una serie de discutidas elecciones y de crisis constitucionales, el general Omar Torrijos, comandante de la guardia nacional, tomó el poder.
A la muerte de Torrijos, en 1981, su ministro de Defensa, el general Manuel Antonio Noriega devino cada vez más influyente. En 1988, Eric Arturo Delvalle, vuelto presidente en 1985, intentó expulsar a Noriega, quien, luego, destituyó a Delvalle. Noriega gobernó como jefe de la Asamblea Nacional y decretó el estado de sitio.
El régimen de Noriega se volvió cada vez más represivo y corrupto. Las relaciones con los Estados Unidos se deterioraron, el presidente norteamericano, George Bush, llamó en mayo de 1989 al ejército y al pueblo panameño a derrocar a Noriega. En octubre de 1989, una tentativa de golpe de Estado contra Noriega fracasó, y el 20 de diciembre del mismo año los Estados Unidos enviaron tropas a Panamá (operación "Justa Causa"). Noriega se refugió en la nunciatura del Vaticano, pero fue extraditado a los Estados Unidos; en 1990, los norteamericanos instalaron en el poder a Guillermo Endara. Reconocido culpable de tráfico de drogas, Noriega fue condenado, en 1992, a purgar una pena de prisión de 40 años en los Estados Unidos.
Historia de Paraguay

A partir de 1912, se sucedieron períodos de estabilidad política y de revueltas. La frontera con Bolivia, en la región del Chaco, engendró numerosos conflictos, en particular a causa de la presencia de petróleo. Así, en 1928, la guerra del Chaco estalló, seguida de la invasión de la región por Bolivia. Después del armisticio de 1935, Paraguay recibió alrededor de tres cuartos de la región disputada, por el Tratado de 1938. Desde entonces, el gobierno paraguayo se orientó hacia profundas reformas económicas y sociales.
Desde 1940, el país vivió una nueva alternancia entre los liberales (colorados) y los conservadores (azules), a través de regímenes dictatoriales y juntas militares. El poder pasó sucesivamente a manos del general Higinio Moríñigo, de 1940 a 1948, de Federico Chaves, de 1949 a 1954 y del general Alfredo Stroessner, sostenido por el Partido Colorado, de 1954 a 1988.
En los años '70 y a comienzos de los '80, Paraguay vivió un período marcado por la crisis económica y el aumento del desempleo. Stroessner fue separado del poder con un golpe de estado, en febrero de 1989, dirigido por el general Andrés Rodríguez, apoyado por el partido Colorado. Su gobierno orientó su política hacia numerosas reformas, tanto en el dominio económico, por el lado de las privatizaciones, como en el político, orientando al país hacia una democratización (ratificación de la nueva Constitución en 1992). En política exterior, Paraguay adhirió al Tratado del Mercosur en marzo de 1992.
En mayo de 1993, Juan Carlos Wasmosy accedió a la presidencia con la mayoría de los votos; fue el primer presidente elegido democráticamente
Historia de Perú

Los primeros años del siglo XX estuvieron marcados por una larga dictadura civil encabezada por Augusto B. Leguía. El proyecto de modernizar al país, de crear obras para una "Patria nueva" endeudó al Estado, el cual no pudo enfrentarse al crac de 1929. Fue también una temporada de abundante creación intelectual, simbolizada por el fundador del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, creador del pensamiento socialista peruano y núcleo de la labor intelectual y artística del país durante su corta vida.
Tras la caída de Leguía, resurge el militarismo que, al parecer, hubiese llegado a su fin con los gobiernos de Prado en 1939 y Bustamante y Rivero en 1945; pero en 1948 ocurre un nuevo gobierno militar con Manuel A. Odría a la cabeza. Durante ocho años, las grandes obras públicas se entremezclaron con una dura represión política.
En 1968 las Fuerzas Armadas, con un golpe de estado, depusieron al entonces Presidente Fernando Belaúnde. Los primeros años de esta dictadura militar la diferenciaron de sus contemporáneas latinoamericanas por su inspiración socialista. Encabezada por el General Juan Velasco, planteó una política de expansión estatal que debía solucionar los grandes problemas que empobrecían al país. Con ese fin, se estatizó el petróleo, los medios de comunicación y se realizó una reforma agraria. Lo sucedió Francisco Morales Bermúdez, quien, presionado por la población, convocó a una Asamblea Constituyente.
En 1980 Belaúnde es elegido nuevamente, pero la crisis que viven los sectores más pobres del país motivó el nacimiento de dos movimientos subversivos que por diez años sacudieron al Perú con su violencia. Después del gobierno de Alan García (1985-1990) el presidente Alberto Fujimori, electo en 1990, cerró el congreso en 1992 y decretó un gobierno de emergencia. Tras su tercera reelección en el año 2000, el reclamo ciudadano exigió nuevas elecciones, para lo cual se estableció el gobierno de transición democrática del Presidente Valentín Paniagua. En julio del 2001 el Dr. Alejandro Toledo Manrique asumió el mando como Presidente Constitucional de la República.
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